El presidente ruso Vladímir Putin confirmó el miércoles la prueba exitosa del Poseidón, un sistema de armamento submarino autónomo de propulsión nuclear que representa una de las amenazas más graves del arsenal militar ruso. El anuncio se realizó durante una visita a un hospital militar donde se atiende a soldados heridos en el conflicto ucraniano, apenas tres días después de que Putin supervisara el lanzamiento del misil de crucero Burevestnik, también impulsado por energía nuclear.
«Deben saber que ayer realizamos otra prueba de otro sistema prometedor. Se trata del vehículo submarino no tripulado Poseidón, también con un sistema de propulsión nuclear», declaró Putin ante las cámaras televisivas. El mandatario ruso subrayó que por primera vez no solo se logró lanzar el dispositivo desde un submarino utilizando su motor propulsor, sino que también se activó el sistema de propulsión nuclear durante un período determinado, calificando el resultado como «un éxito tremendo».
El anuncio se produce en un contexto de creciente tensión diplomática. Las conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania permanecen estancadas a pesar de los esfuerzos de mediación del presidente estadounidense Donald Trump, quien la semana pasada canceló una cumbre prevista con Putin en Budapest y calificó la reciente prueba del Burevestnik como «inapropiada». La administración Trump ha intensificado las sanciones contra las dos principales petroleras rusas, señalando que las conversaciones con Putin «no llevan a ninguna parte».
Características técnicas de un arma sin precedentes
Putin describió el Poseidón como un sistema imparable cuya potencia supera incluso al misil intercontinental Sarmat, el más avanzado de Rusia. «Además, la velocidad y la profundidad de este vehículo no tripulado no tienen parangón en el mundo, y es poco probable que se desarrolle en un futuro próximo, y no existen métodos de interceptación», afirmó el líder ruso.
Según una fuente del complejo militar-industrial ruso citada por la agencia estatal TASS, el arma puede operar a profundidades superiores a un kilómetro y alcanzar velocidades de hasta 70 nudos. La misma fuente confirmó que el dron, probado por primera vez en 2018, tiene capacidad para transportar una ojiva nuclear de hasta dos megatones.
Nombrado en honor al antiguo dios griego del mar, el Poseidón constituye esencialmente un híbrido entre un torpedo y un dron autónomo. Con aproximadamente 24 metros de longitud y dos metros de diámetro, es el mayor torpedo jamás desarrollado: duplica el tamaño de los misiles balísticos lanzados desde submarinos y multiplica por treinta las dimensiones de un torpedo pesado convencional.
El sistema posee un alcance superior a los 10.000 kilómetros y opera de manera completamente autónoma, sin depender de satélites para su navegación. Utiliza un sistema interno propio, lo que lo hace prácticamente indetectable mientras navega en silencio a gran profundidad, para luego acelerar cuando se aproxima a su objetivo.
La amenaza del tsunami radiactivo y su papel estratégico
Los analistas militares consideran que el Poseidón tiene capacidad para devastar regiones costeras mediante la detonación de su ojiva nuclear cerca de la costa, generando olas gigantes mezcladas con material radiactivo. En 2020, Christopher A. Ford, exsecretario de Estado adjunto de Seguridad Internacional y No Proliferación de Estados Unidos, advirtió que el torpedo puede «inundar las ciudades costeras de Estados Unidos con tsunamis radiactivos».
El arma se considera principalmente como parte de la disuasión nuclear rusa, funcionando como arma de segundo ataque contra centros de población costeros. Su capacidad para desplazarse literalmente por debajo de las defensas antimisiles lo convierte en una amenaza particularmente compleja de contrarrestar.
Putin presentó por primera vez el Poseidón en un discurso pronunciado en 2018. El Ministerio de Defensa ruso publicó entonces videos animados mostrando torpedos lanzados desde submarinos alcanzando objetivos en el mar y en la costa, aunque los únicos videos reales conocidos son filmaciones de archivo de 2018 y 2019 cuya fecha y ubicación no están claras.
El arma será transportada por dos submarinos: el Belgorod, una embarcación modificada de la clase OSCAR-II, y el Khabarovsk, construido expresamente para este propósito. El vicealmirante Nils Andreas Stensønes, jefe de Inteligencia de Noruega, ha confirmado que su agencia considera el Poseidón como «parte del nuevo tipo de armas de disuasión nuclear» y que el arma es «muy real».
El gasto militar global alcanza niveles récord
El contexto de estas pruebas militares se enmarca en un panorama de escalada armamentística sin precedentes. Moscú destinó en 2024 al esfuerzo militar 462.000 millones de dólares, frente a los 457.000 millones de la Unión Europea y el Reino Unido. El gasto armamentístico mundial registró un crecimiento del 7,4% durante el mismo período.
Esta carrera armamentística plantea desafíos enormes para Europa, que se enfrenta a la perspectiva de tener que sostener a Ucrania sin el respaldo tradicional de Estados Unidos. El gobierno ucraniano cuenta actualmente con un presupuesto directo de defensa de aproximadamente 65.000 millones de dólares anuales. Además, gasta otros 73.000 millones de dólares al año en todos los demás servicios y gastos gubernamentales, según Dragon Capital, una firma de inversión con sede en Kiev.
El gobierno recauda cerca de 90.000 millones de dólares en ingresos internos, lo que genera un déficit presupuestario anual de aproximadamente 50.000 millones de dólares. Asimismo, depende de la donación de armamento, como cohetes estadounidenses y sistemas de defensa aérea europeos, cuyo valor asciende a unos 40.000 millones de dólares este año, según datos del Ministerio de Defensa ucraniano.
Europa ante el desafío de financiar 389.000 millones de dólares
Ucrania necesitará aproximadamente 389.000 millones de dólares en efectivo y armas durante el cuatrienio comprendido entre 2026 y 2029, principalmente de Europa. Esto representa casi el doble de los aproximadamente 206.000 millones de dólares que Europa ha suministrado desde poco antes del inicio de la guerra en febrero de 2022. Durante el mismo período, Estados Unidos aportó cerca de 133.000 millones de dólares en efectivo y armas.
Expresado de otro modo, el costo de apoyar a Ucrania sin Estados Unidos para los demás miembros de la OTAN deberá aumentar de aproximadamente el 0,2% del PIB al 0,4%. Que Europa esté a la altura de este desafío pondrá a prueba sus aspiraciones de «autonomía estratégica», entendida como la capacidad de actuar en función de sus propios intereses de política exterior sin depender de Estados Unidos ni de China.
Si sumamos las necesidades de Ucrania para los próximos cuatro años, incluyendo armas donadas, apoyo presupuestario y algunos costos de reconstrucción, el total asciende a 389.000 millones de dólares. Si Europa financiara todo esto, la Unión Europea y sus miembros tendrían que aportar 328.000 millones de dólares y Gran Bretaña unos 61.000 millones. La financiación tendría que continuar incluso si la guerra terminara, ya que Ucrania necesitaría reabastecer sus reservas de municiones y mantener un ejército permanente para disuadir a Putin.
Las fuentes de financiación y el dilema del préstamo para reparaciones
La Unión Europea dispone de dos fuentes iniciales de financiación para cubrir el déficit restante. La primera es su propio presupuesto. Aunque el actual se ha agotado, la Comisión Europea pretende aportar a Ucrania 117.000 millones de dólares en el próximo ciclo de siete años, que comienza en 2028. Para ello, sería necesario realizar importantes recortes en otras partidas. Una estimación más realista es de 30.000 millones de dólares anuales durante 2028 y 2029.
El segundo fondo es un denominado «préstamo para reparaciones» que se financiaría con 163.000 millones de dólares en activos estatales rusos congelados en cuentas europeas, principalmente belgas. La reciente adhesión de Friedrich Merz, canciller alemán, a esta causa impulsó los esfuerzos para llevarla a cabo. La idea es que las entidades financieras presten el dinero a la Unión Europea mediante la emisión de bonos especiales, que luego transferiría los fondos a Ucrania.
Sin embargo, Bélgica teme que las garantías nacionales propuestas para los nuevos bonos de la Unión Europea no sean suficientes y la dejen en una situación de responsabilidad. Su inesperada y férrea oposición ha paralizado el plan. También existe un desacuerdo considerable sobre en qué se pueden gastar estos 163.000 millones de dólares. Merz afirma que el nuevo dinero debe utilizarse exclusivamente para comprar armas, no para cubrir el déficit presupuestario de Ucrania.
El debate sobre la industria armamentística europea
La ayuda europea a Ucrania aumentó drásticamente hasta alcanzar los 23.000 millones de dólares entre abril y junio de este año, mientras que la estadounidense ha disminuido. Gran parte de este dinero europeo ha terminado en Estados Unidos. Mediante un programa conocido como la Lista de Requisitos Prioritarios para Ucrania, Estados Unidos vende armas a precio de coste a los europeos, quienes a su vez las envían a Ucrania.
El envío de ingentes cantidades de dinero a través del Atlántico resulta cada vez más problemático en un momento en que Europa intenta desarrollar su propia industria armamentística para reducir su dependencia de las armas estadounidenses. Pero existen ciertas capacidades que solo Estados Unidos puede proporcionar. El sistema de defensa aérea franco-italiano SAMP/T no es tan eficaz contra misiles balísticos como el Patriot estadounidense.
Europa está en mejor posición para suministrar aviones de combate. El 22 de octubre, Ucrania y Suecia firmaron un acuerdo que podría permitir a Ucrania adquirir entre 100 y 150 cazas Gripen para modernizar su fuerza aérea a lo largo de los años. El Gripen es relativamente económico y se adapta especialmente bien a las necesidades de Ucrania.
Mark Rutte, secretario general de la OTAN, afirma que Europa está en camino de producir dos millones de proyectiles de artillería al año para finales de año. En algunos casos, Europa también podría destinar fondos a la producción de armamento estadounidense en territorio europeo. Raytheon, fabricante de los misiles Patriot, colabora con MBDA Deutschland para producir los interceptores en Alemania.
La tensión entre autonomía ucraniana y control europeo
Ucrania insiste en que debe tener pleno control sobre el destino de los fondos: su propia industria, armamento europeo o, en caso necesario, estadounidense. «Sabemos mejor que nadie qué necesita este dinero», afirma Iryna Mudra, subdirectora de la oficina presidencial ucraniana. Los funcionarios aseguran que las industrias de defensa ucranianas son eficientes y capaces de producir tecnologías de drones de vanguardia a gran escala.
Francia, sin embargo, ha estado presionando a la Unión Europea para que aumente su inversión en Europa. «Durante 80 años, la política, la geopolítica y la economía de la defensa europea se han basado en la premisa de que contamos con el respaldo de Estados Unidos. Esto tiene un coste», afirma Roland Lescure, ministro de Finanzas francés. «Asegurémonos de que ese respaldo, al menos en su mayor parte, se fabrique en Europa».
Otros países, especialmente en el norte y centro de Europa, se sienten cómodos comprando a Estados Unidos o Corea del Sur. «En la práctica, será una combinación de ambos», comenta un funcionario de la Unión Europea. «Ucrania necesita misiles Patriot y otros sistemas similares, pero también comprenden que es más fácil para los políticos europeos extender grandes cheques a Ucrania si parte de ese dinero contribuye a reforzar las capacidades de defensa europeas».
El camino hacia una solución europea
Esos problemas probablemente se resolverán mediante lo que mejor sabe hacer la Unión Europea: llegar a un acuerdo que deja a todos algo insatisfechos. Pocos dudan de que el «préstamo para reparaciones» se aprobará, con o sin la oposición de Bélgica, porque es la única opción para financiar a Ucrania en los próximos uno o dos años.
Cuando se agoten los fondos, la solución obvia sería un endeudamiento conjunto europeo similar al fondo de recuperación pospandemia de 800.000 millones de euros del bloque. Sin embargo, los funcionarios alemanes temen que los bonos de la Unión Europea socaven la disciplina fiscal en Europa y que, además, sean vulnerables a los vetos de los líderes prorrusos en la Unión Europea. «El principal problema no es el Bundestag, sino Viktor Orbán [de Hungría]», afirma uno de ellos.
Sin embargo, el continente sabe lo que hay que hacer y está encontrando la voluntad para hacerlo. «Europa ahora parece estar alerta y se toma en serio la amenaza rusa», afirma Vladyslav Rashkovan, quien representa a Ucrania junto con otros 15 países en el directorio ejecutivo del Fondo Monetario Internacional. «Esto ahora concierne a Europa, no solo a Ucrania».
La prueba del Poseidón y el desafío de financiar a Ucrania representan dos caras de la misma moneda: una Europa que debe decidir si está dispuesta a asumir el costo económico y estratégico de garantizar su propia seguridad en un mundo donde Estados Unidos ya no puede considerarse un aliado incondicional. El resultado de esta encrucijada definirá el futuro del orden de seguridad europeo para las próximas décadas.

