El mercado petrolero mundial experimenta un pronunciado declive desde la victoria electoral de Donald Trump en noviembre de 2024. El crudo tipo Brent, que cotizaba a 75,08 dólares por barril en la víspera electoral del 5 de noviembre de 2024, ha llegado a situarse por debajo de los 60 dólares tras el anuncio de los principales productores de aumentar el bombeo. A pesar del repunte cercano al 4% registrado recientemente gracias al acuerdo comercial entre Estados Unidos y China, la tendencia general sigue siendo negativa, con una caída acumulada del 13% en lo que va de año.

Este descenso encuentra su principal explicación en las incertidumbres generadas por la política arancelaria del presidente Trump sobre la economía mundial. El Fondo Monetario Internacional ya ha reaccionado recortando en medio punto su previsión de crecimiento global hasta situarla en el 2,8%, una desaceleración que implica directamente menor demanda de combustibles fósiles.

Oferta y demanda: un desequilibrio creciente

El panorama actual del mercado petrolero está marcado por dos factores determinantes: un aumento de la oferta y una proyección a la baja de la demanda. El 2 de abril, coincidiendo con el anuncio de Trump sobre nuevos aranceles contra la mayoría de países, la OPEP+ comunicó un incremento en la producción mayor de lo previsto para mayo, lo que provocó una caída del 15% en los precios del petróleo en solo tres días. El reciente anuncio del cartel sobre un nuevo aumento de bombeo para junio ha reforzado esta tendencia bajista.

Kerstin Hottner, directora de Materias Primas en Vontobel, señala a China como actor clave en este escenario: «China podría limitar su potencial exportador y aumentar la necesidad de impulsar el consumo interno para alcanzar su objetivo de crecimiento del PIB del 5%. Por eso cualquier noticia sobre los estímulos que se aprueben en el país será decisiva para la evolución del precio del petróleo».

El factor geopolítico: una variable impredecible

A pesar del consenso generalizado sobre la continuidad de la tendencia bajista, el panorama geopolítico podría introducir elementos disruptivos. La experta de Vontobel advierte: «No hay que olvidar las cuestiones geopolíticas con respecto a Rusia y a Irán. Si se imponen sanciones más estrictas y llegan a aplicarse, los precios podrían volver a situarse fácilmente alrededor de los 80 dólares por barril, con las consiguientes tensiones inflacionistas».

Este escenario cobra especial relevancia considerando que China es el principal importador mundial de petróleo, mientras que Rusia e Irán figuran entre los productores más significativos.

Previsiones de los analistas: un horizonte de precios contenidos

La mayoría de los expertos coinciden en que el petróleo se mantendrá en línea o por debajo de los 60 dólares por barril durante este año. Noah Barrett, analista responsable del sector energético en Janus Henderson, afirma que «el riesgo para los precios parece inclinarse a la baja, tanto en términos de una demanda más débil de lo esperado como de un suministro superior al previsto».

Bank of America (BofA) mantiene su rango de pronóstico a medio plazo entre los 60 y 80 dólares por barril, aunque advierte de riesgos a la baja. Según sus cálculos, «las estimaciones de consenso de las grandes petroleras para 2025 suponen una caída de aproximadamente el 15% hasta los 60 dólares el barril».

JP Morgan ha revisado a la baja sus previsiones: «Esperamos ahora que el precio del petróleo Brent promedie 66 dólares en 2025, frente a los 73 dólares anteriores, y cierre el año en 58 dólares. Además, reducimos nuestras expectativas para 2026 a 57 dólares para el Brent desde los 61 dólares anteriores».

Goldman Sachs muestra un tono algo más optimista al reducir su previsión para 2025 a 72,5 dólares el barril desde los 75 dólares anteriores, manteniendo un rango entre 65-80 dólares.

El matemático Juan Ignacio Crespo señala un paralelismo con el primer mandato de Trump, cuando también se produjeron caídas por sus aranceles al aluminio y al acero. Según su análisis, «si continúa esa tendencia no es descartable ver el petróleo por debajo de los 60 dólares el barril».

Impacto en las petroleras: resistencia a corto plazo, vulnerabilidad a largo plazo

La caída en el precio del crudo afecta directamente a las compañías del sector. Marlen Shokhitbayev, analista de Scope Ratings, explica que aunque no se espera un impacto tan severo como el vivido durante la pandemia en 2020, esta situación «puede poner a prueba las equilibradas perspectivas de estas compañías».

El analista destaca la capacidad de adaptación del sector: «Los sólidos balances y las políticas financieras flexibles de las compañías europeas integradas de petróleo y gas pueden absorber los shocks temporales de oferta y demanda, por ejemplo, reduciendo la recompra de acciones o retrasando, si no disminuyendo, el gasto de capital (dividendos), o ambas cosas».

Sin embargo, advierte sobre los riesgos de una prolongación de precios bajos: «Un periodo prolongado de exceso de oferta en el mercado del petróleo ejercerá más presión a la baja sobre los precios, probablemente empujando el Brent por debajo de los 60 dólares por barril. Estos precios relativamente bajos del petróleo, si se mantienen a lo largo del tiempo, tendrán consecuencias adversas para la calidad crediticia de petroleras y gasistas».

Oportunidades de inversión en un contexto de precios bajos

A pesar del entorno bajista, los analistas identifican oportunidades selectivas en el sector. Bank of America señala que en un escenario en torno a los 60 dólares el barril, tanto Shell como TotalEnergies lograrían rendimientos de capital superiores al 10%, convirtiéndose en sus apuestas favoritas dentro de este sector en Europa. Sin embargo, advierten que «la única empresa en la que vemos un riesgo bajista en el escenario base de precios es Repsol».

Por el contrario, Goldman Sachs se muestra más optimista sobre la petrolera española: «Destacamos a Saudi Aramco, Equinor, Shell y Galp por sus sólidos balances. Entre las grandes petroleras de la UE destacamos a Repsol, BP y ENI por tener las oportunidades de desinversión más significativas en los próximos años».

Sobre Shell, los analistas de Goldman Sachs explican que «cuenta con la combinación de activos de mayor calidad del sector, con negocios líderes a escala mundial en gas y comercialización, y una sólida presencia en la industria química». Respecto a Repsol, destacan que «ofrece la trayectoria de transición energética más convincente, habiendo generado el mayor valor de los negocios de bajas emisiones como porcentaje de su valor neto, en torno al 28%». Además, observan que «cotiza actualmente al múltiplo más bajo del sector con un descuento del 17% y un 41% respecto a sus últimos 10 años».

El acuerdo comercial EE.UU.-China: un respiro momentáneo

El reciente anuncio de una reducción significativa en los aranceles recíprocos entre Estados Unidos y China ha provocado un notable repunte en los precios del petróleo. El Brent llegó a subir hasta un 4% superando los 66 dólares por barril, mientras el WTI alcanzó los 63,6 dólares.

Este acuerdo, que se aplicará inicialmente durante 90 días, ha reducido temporalmente el riesgo para la demanda de petróleo. Sin embargo, los expertos señalan la importancia de encontrar una solución a largo plazo para el conflicto comercial entre los dos mayores consumidores de petróleo del mundo en el próximo trimestre.

El repunte de precios ha fortalecido la estructura del mercado, ampliando la diferencia de precio entre los dos primeros contratos a plazo hasta 50 centavos de dólar en algunos momentos, con los primeros seis contratos en backwardation (estructura en la que los contratos a futuro cotizan por debajo del precio actual). No obstante, el aumento significativo de la oferta por parte de la OPEP+ continúa siendo un factor de presión a la baja que ha limitado las ganancias tras la euforia inicial.

Perspectivas para el consumidor final

Más allá de las cotizaciones internacionales, el precio final para los consumidores en estaciones de servicio depende de múltiples factores: costes de refino, logística, almacenamiento, distribución, márgenes comerciales e impuestos. En España, estos últimos incluyen principalmente el Impuesto sobre Hidrocarburos (IEH) y el IVA del 21%.

La tendencia bajista del crudo ya se está reflejando en los mercados mayoristas, lo que anticipa un período de menor presión sobre los costes energéticos. No obstante, el contexto sigue siendo volátil: el incremento del bombeo coincide con una demanda débil y elevada incertidumbre geopolítica, factores que podrían provocar nuevas oscilaciones en los precios a corto plazo.

En este escenario, que acumula una bajada de aproximadamente un 20% en los precios del Brent y WTI en lo que va de año, se prevé que la tendencia se mantenga si continúa la actual desaceleración económica global y persisten los efectos de las tensiones comerciales. Todo ello obliga al sector a mantener una vigilancia constante y una mayor flexibilida