La confrontación comercial entre Estados Unidos y Brasil podría estar aproximándose a un punto de inflexión después de que los presidentes Donald Trump y Luiz Inácio Lula da Silva sostuvieran este lunes una videoconferencia de treinta minutos que ambos gobiernos describieron como amistosa y constructiva. El diálogo, el primero entre ambos mandatarios desde que Washington impusiera aranceles del 50% sobre productos brasileños en agosto pasado, incluyó el compromiso de celebrar reuniones presenciales en las próximas semanas y la designación de equipos negociadores de alto nivel para abordar las tensiones bilaterales.
Una conversación que recupera la química diplomática entre Washington y Brasilia
Según el comunicado oficial del Palacio del Planalto, la conversación transcurrió en un tono amistoso, con ambos líderes recordando el encuentro que mantuvieron en Nueva York durante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Trump y Lula destacaron la importancia de restaurar las relaciones amistosas de doscientos un años entre lo que definieron como las dos mayores democracias de Occidente. El presidente estadounidense calificó posteriormente el intercambio como «muy bueno» en su red social Truth Social, donde expresó que disfrutó de la conversación y anticipó que a ambos países les irá muy bien juntos.
La iniciativa de la llamada provino de Trump, quien además intercambió números de teléfono personales con Lula para establecer una línea directa de comunicación entre ambos gobiernos. Este gesto sugiere una voluntad de mantener canales abiertos que permitan abordar las diferencias sin intermediarios, lo que podría facilitar la resolución de disputas futuras.
Lula solicita la eliminación de aranceles y la revisión de sanciones a autoridades brasileñas
Durante la conversación, el presidente brasileño presentó argumentos económicos concretos para solicitar la suspensión del arancel del 50% que Estados Unidos aplica sobre numerosos productos brasileños. Lula enfatizó que Brasil es uno de los tres únicos miembros del G20 que mantienen un déficit con Estados Unidos en la balanza de bienes y servicios, junto con el Reino Unido y Australia. Esta situación, según el mandatario brasileño, demuestra que el comercio bilateral favorece a la economía estadounidense, contrariamente a los argumentos que Trump utilizó para justificar la imposición de los aranceles.
Además de la revisión de las tarifas comerciales, Lula solicitó la cancelación de las medidas restrictivas implementadas contra distintas autoridades brasileñas, incluyendo la anulación de los visados de siete jueces del Supremo Tribunal Federal y miembros de su gobierno. Estas sanciones formaron parte del paquete de medidas que Washington adoptó en julio como protesta por el procesamiento judicial contra el expresidente Jair Bolsonaro, aliado de Trump, quien fue condenado a veintisiete años y tres meses de prisión por liderar un intento de golpe de Estado tras perder las elecciones contra Lula.
Según un ministro presente en la conversación, el intercambio fue amistoso pero superficial, y Trump no respondió directamente a las peticiones específicas de Lula. No obstante, el mandatario estadounidense designó al secretario de Estado, Marco Rubio, para continuar las negociaciones con el vicepresidente brasileño Geraldo Alckmin, el canciller Mauro Vieira y el ministro de Hacienda, Fernando Haddad, lo que indica una disposición a explorar soluciones a través de canales institucionales.
Encuentros presenciales en el horizonte: de Malasia a Belém
Ambos presidentes manifestaron su intención de reunirse en persona próximamente, y Lula propuso como escenario la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático que se celebrará el veintiséis de octubre en Kuala Lumpur, Malasia. Esta opción permitiría un encuentro en terreno neutral y en el marco de un foro multilateral. Sin embargo, el líder brasileño también expresó su disposición a viajar directamente a Washington para abordar las cuestiones bilaterales de manera más específica.
Adicionalmente, Lula reiteró su invitación a Trump para que asista a la cumbre sobre cambio climático COP30, que se celebrará en noviembre próximo en la ciudad amazónica de Belém. Esta invitación tiene particular relevancia considerando la posición escéptica del mandatario estadounidense respecto a las políticas climáticas internacionales, y representaría un gesto significativo de acercamiento si Trump aceptara participar.
Trump confirmó en Truth Social que espera mantener reuniones tanto en Brasil como en Estados Unidos, señalando que continuarán conversando sobre diversos temas, aunque centrados principalmente en la economía y el comercio entre ambos países.
El impacto económico de los aranceles resulta menor al estimado inicialmente
Dos meses después de la entrada en vigor de los aranceles impuestos el seis de agosto, el impacto en la economía brasileña está resultando menor de lo que se estimaba inicialmente. El análisis de las exportaciones brasileñas revela que el 44,6% de los productos, es decir menos de la mitad, se ve afectado por el porcentaje máximo del 50%. Otro 29,5% está sujeto a un arancel menor, mientras que un 25,9% de los artículos permanecen exentos.
Los productos más afectados por la tasa máxima son materias primas como el café, la carne y el azúcar, que representan sectores donde Brasil cuenta con ventajas competitivas significativas. Sin embargo, estos productos pueden redirigir más fácilmente sus ventas hacia otros mercados internacionales, lo que ha permitido mitigar parcialmente el impacto de las medidas estadounidenses. El gravamen afecta aproximadamente al 36% del comercio brasileño con el mercado estadounidense, uno de los principales destinos de las exportaciones brasileñas.
El ministro de Hacienda, Fernando Haddad, describió como favorable desde una perspectiva económica la conversación entre los dos jefes de Estado, lo que sugiere optimismo en el gobierno brasileño respecto a las posibilidades de alcanzar un acuerdo que suavice o elimine las restricciones comerciales.
La cooperación estratégica en tierras raras, en riesgo por las tensiones diplomáticas
La creciente tensión diplomática y comercial entre Estados Unidos y Brasil también ha puesto en riesgo una posible alianza estratégica destinada a desarrollar la explotación de las vastas reservas brasileñas de tierras raras. Esta cooperación buscaba reducir la dependencia estadounidense de Beijing en el suministro de estos minerales esenciales para tecnologías avanzadas, incluyendo aplicaciones militares y de alta tecnología.
El conflicto político ha frenado las negociaciones sobre este proyecto estratégico y empujado a Brasil a buscar nuevos socios internacionales, incluida China. La posible pérdida de esta oportunidad de colaboración representa un costo geopolítico significativo para Washington, que ha identificado la diversificación de sus fuentes de tierras raras como una prioridad de seguridad nacional.
Perspectivas de una resolución negociada
La conversación entre Trump y Lula marca un cambio de tono en la relación bilateral después de semanas de tensión. La decisión de establecer canales directos de comunicación y de designar equipos negociadores de alto nivel sugiere que ambos gobiernos reconocen los costos de mantener la confrontación y están dispuestos a explorar soluciones pragmáticas.
La guerra arancelaria, que Trump justificó argumentando un desequilibrio comercial y protestando por lo que calificó como una caza de brujas contra Bolsonaro, podría resolverse más rápidamente de lo anticipado si la buena química entre ambos presidentes se traduce en acuerdos concretos durante los encuentros presenciales previstos. El desenlace de estas negociaciones tendrá implicaciones no solo para el comercio bilateral, sino también para las relaciones estratégicas más amplias entre Estados Unidos y América Latina en un momento de reconfiguración del orden económico global.