El presidente estadounidense Donald Trump confirmó este miércoles la conclusión de un acuerdo comercial con China que establece nuevas condiciones arancelarias y garantiza el suministro de materiales estratégicos críticos para la industria tecnológica y de defensa de Estados Unidos. El pacto, pendiente únicamente de la aprobación final de ambos mandatarios, marca un punto de inflexión en las tensas relaciones comerciales entre las dos mayores economías mundiales.

Estados Unidos asegura acceso prioritario a minerales estratégicos

El acuerdo contempla que China proporcionará por adelantado todos los imanes y minerales de tierras raras necesarios para Estados Unidos, resolviendo una de las principales preocupaciones de Washington respecto al control chino sobre estos materiales críticos. Estos elementos son esenciales para sectores estratégicos como los semiconductores, la industria de defensa y los vehículos eléctricos.

El secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, había expresado previamente la preocupación de su país por las restricciones chinas en la exportación de estos materiales. Washington acusaba a Beijing de demorar deliberadamente los permisos de exportación, utilizando su posición dominante en el mercado global de tierras raras como herramienta geopolítica.

Nueva estructura arancelaria favorece significativamente a Estados Unidos

En términos arancelarios, el acuerdo establece una distribución asimétrica que beneficia claramente a Estados Unidos. Trump anunció que su país obtendrá un 55% en tarifas, mientras que China recibirá un 10%. Esta nueva estructura representa un aumento considerable respecto al gravamen del 30% fijado durante las conversaciones previas en Suiza en mayo.

La nueva tasa arancelaria del 55% supone un incremento significativo que refuerza la posición negociadora estadounidense, alejándose de los niveles más elevados que habían alcanzado el 145% antes de la desescalada acordada en Ginebra, cuando ambas partes redujeron temporalmente sus aranceles durante un período de 90 días.

Intercambio educativo como moneda de cambio diplomática

Como contraparte del acuerdo, Estados Unidos se compromete a cumplir con lo pactado, incluyendo la admisión de estudiantes chinos en universidades y colegios estadounidenses. Trump calificó esta medida como «históricamente positiva» para el país, revirtiendo las restricciones que su administración había implementado recientemente contra la presencia de ciudadanos chinos en campus universitarios estadounidenses.

Esta concesión educativa representa un cambio significativo en la política de Trump hacia China, quien había endurecido las medidas contra el acceso de estudiantes chinos a instituciones educativas estadounidenses como parte de su estrategia de contención tecnológica.

Negociaciones en Londres culminan proceso iniciado en Ginebra

El anuncio presidencial se produjo pocas horas después de que negociadores de ambas potencias confirmaran en Londres haber alcanzado un «acuerdo de principio sobre un marco general» tras dos días de conversaciones en el histórico Lancaster House. El representante chino Li Chenggang declaró que «ambas partes han llegado a un acuerdo y presentarán este marco general a sus respectivos líderes».

Las conversaciones londinenses fueron convocadas un mes después del acuerdo de desescalada alcanzado en Ginebra, donde Estados Unidos había rebajado los impuestos sobre productos chinos del 145% al 30%, mientras que Beijing redujo los aranceles a productos estadounidenses del 125% al 10%.

Impacto en los mercados y relaciones bilaterales

El volumen de exportaciones chinas hacia Estados Unidos cayó un 12,7% en mayo respecto a abril, según datos oficiales, ilustrando los efectos persistentes de la guerra comercial que comenzó en abril y que ha reconfigurado las relaciones económicas entre ambas potencias.

El representante chino Li expresó que la comunicación ha sido «muy profesional, racional, profunda y franca», manifestando esperanza de que los avances «ayuden a fortalecer la confianza mutua». Por su parte, Trump describió la relación como «excelente» y anticipó que trabajará «en estrecha colaboración» con Xi Jinping para «abrir China al comercio estadounidense».

Controversias sobre trabajo forzado ensombrecen el acuerdo

Paradójicamente, el anuncio del acuerdo coincidió con la publicación de un informe de Global Rights Compliance que advierte sobre el riesgo de que empresas globales utilicen trabajo forzado al emplear materias primas de la región de Xinjiang. El reporte identifica 77 proveedores chinos en las industrias de titanio, litio, berilio y magnesio operando en esa región, donde grupos de derechos alegan prácticas laborales coercitivas contra los uigures musulmanes.

El gobierno chino rechazó categóricamente estas acusaciones, calificándolas como «mentiras inventadas por ciertas fuerzas antiChina» a través de su portavoz Lin Jian, quien instó a cesar la interferencia en los asuntos internos de China.

El marco acordado deberá ser refrendado por los líderes políticos de ambas potencias. Trump adelantó que el pacto será efectivo tras su aprobación directa y la de Xi Jinping, sin precisar cronograma ni contexto para esta validación final.

El presidente estadounidense vaticinó que este será «un gran triunfo para ambos países», señalando un potencial cambio en el tono de las relaciones comerciales tras meses de tensiones escaladas que amenazaron con descarrilar completamente las negociaciones bilaterales.