El Instituto Brasileño de Medio Ambiente (Ibama) aprobó este lunes la controvertida licencia ambiental que autoriza a Petrobras a iniciar exploraciones petroleras en la cuenca de Foz do Amazonas, una decisión que se produce a menos de tres semanas del inicio de la COP30 en Belém y que expone las tensiones entre desarrollo económico y compromisos climáticos en Brasil.

Las perforaciones comienzan inmediatamente en el bloque 59

La petrolera estatal brasileña anunció que las operaciones de sondeo comenzarán de forma inmediata en el bloque 59, ubicado a 170 kilómetros mar adentro frente a la costa del estado de Amapá, sobre la línea del ecuador. El barco sonda, que ya se encuentra fondeado en la ubicación, iniciará una fase exploratoria de aproximadamente cinco meses para verificar la existencia de yacimientos comercialmente viables en el subsuelo marino.

Esta primera etapa no contempla la producción de petróleo, sino únicamente la obtención de información geológica que permita evaluar el potencial de la zona, considerada una de las áreas más prometedoras para Petrobras debido a su similitud geológica con la cuenca de Campos y con los exitosos yacimientos descubiertos por Exxon Mobil en la vecina Guyana.

Proyecciones económicas: 55.000 millones en inversión y 200.000 millones en recaudación

El Gobierno brasileño estima que la explotación del Margen Ecuatorial, como se conoce a esta nueva frontera petrolera, atraerá inversiones por aproximadamente 300.000 millones de reales, equivalentes a unos 55.000 millones de dólares. El ministro de Minas y Energía, Alexandre Silveira, destacó que el potencial de la región alcanza los 10.000 millones de barriles recuperables.

Las proyecciones oficiales indican que, de materializarse la explotación de hidrocarburos en esta zona, el Estado brasileño podría recaudar cerca de un billón de reales —aproximadamente 200.000 millones de dólares— en las próximas décadas. Además, el Ejecutivo de Luiz Inácio Lula da Silva prevé la creación de 300.000 empleos directos e indirectos derivados del proyecto.

Silveira defendió el proyecto argumentando que «Brasil no puede renunciar a conocer su potencial» y afirmó que el país posee «uno de los petróleos más sostenibles del mundo». El ministro subrayó que el Margen Ecuatorial «representa el futuro de la soberanía energética» brasileña.

La urgencia estratégica de Petrobras ante el declive del presal

La aprobación de esta licencia responde a una necesidad estratégica urgente para Petrobras. Actualmente, más del 70% de la producción petrolera brasileña proviene del área de aguas profundas conocida como presal, pero la empresa y otros exploradores no han logrado descubrimientos significativos en esta zona durante más de una década.

Según proyecciones de la industria, la producción brasileña alcanzará su punto máximo alrededor de 2030 y posteriormente comenzará a declinar si no se identifican nuevos yacimientos de gran envergadura. La presidenta ejecutiva de Petrobras, Magda Chambriard, ha advertido incluso sobre el riesgo de que Brasil se convierta en importador neto de petróleo en la década de 2030.

«Petrobras se está quedando sin lugares donde perforar», señaló Andre Fagundes, analista de la consultora energética Welligence Inc., al cuestionar qué otras perspectivas a largo plazo tiene la compañía en el horizonte.

Brasil es actualmente el octavo productor mundial de petróleo con 3,3 millones de barriles diarios en 2024. El plan de Petrobras y del Gobierno apunta a aumentar la producción para convertirse en el quinto productor global para 2030, objetivo que hace imprescindible el acceso a nuevas reservas.

El interés internacional: subasta exitosa y expectativas regionales

En junio pasado, Brasil subastó 19 de los 47 bloques ofrecidos en Foz do Amazonas, convirtiéndola en la cuenca más competitiva de las cinco disponibles. Petrobras, Exxon Mobil Corp. y Chevron Corp. obtuvieron derechos de exploración en la zona, anticipando la apertura de esta prometedora región marina.

El descubrimiento de miles de millones de barriles en Guyana por parte de Exxon Mobil ha incrementado significativamente el interés de las grandes petroleras en toda la región del Margen Ecuatorial. Las empresas comparan la geología de Foz do Amazonas con la de la cuenca de Campos en el sureste brasileño, que convirtió a Petrobras en líder mundial de producción costa afuera a finales del siglo XX.

Controversia ambiental y oposición de ONGs

La decisión ha generado una fuerte reacción entre organizaciones ambientales. El Observatorio del Clima, una red formada por 130 organizaciones ambientales, calificó la aprobación como «desastrosa desde el punto de vista ambiental, climático y de la biodiversidad» y anunció que recurrirá a los tribunales para anular el permiso por «fallas técnicas» en el proceso de licenciamiento.

La organización señaló que la decisión «sabotea la COP30 y contradice el papel de líder climático reivindicado por el presidente Lula en el escenario internacional». Greenpeace, a través de su portavoz Mariana Andrade, advirtió que «en un escenario de emergencia climática como el actual, la apertura de nuevos pozos de petróleo contradice los compromisos del país con la transición energética».

Ricardo Fuji, especialista en conservación de WWF en Brasil, sostuvo que el país «necesita invertir en alternativas que generen desarrollo inclusivo y sostenible, como las energías renovables y la bioeconomía; insistir en el petróleo es ir en dirección contraria al mundo».

Los ambientalistas destacan que alrededor del área objeto de la licencia existen reservas ambientales, territorios indígenas, manglares y arrecifes de coral, además de una variada diversidad marina con especies en peligro de extinción. Aunque la cuenca está a 530 kilómetros del río Amazonas, advierten que las corrientes podrían llevar rápidamente cualquier derrame hacia el frágil entorno marino influido por el caudal de agua dulce del Amazonas.

Tensiones internas en el Gobierno y contradicciones climáticas

La decisión expone las tensiones dentro del Gobierno de Lula entre objetivos económicos y compromisos ambientales. Mientras el presidente ha defendido esta nueva frontera petrolera argumentando que los ingresos servirán para combatir la pobreza y financiar la transición energética, su ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático, Marina Silva, se ha mostrado contraria a expandir las actividades petroleras a nuevos territorios.

El Gobierno había insistido en que la decisión sobre la licencia se adoptaría únicamente en base a criterios técnicos. Petrobras cumplió con los requisitos establecidos por Ibama, incluyendo una simulación de derrame realizada en agosto para evaluar su capacidad de respuesta a emergencias, aunque documentos mostraron que la petrolera no superó una parte de la prueba inicial y debió reenviar su plan de rescate animal.

El contexto de la COP30 y los compromisos climáticos brasileños

La aprobación llega en un momento particularmente delicado, a menos de un mes del inicio de la COP30, que se celebrará del 10 al 21 de noviembre en Belém, ciudad ubicada en plena región amazónica. Esta será la primera cumbre del clima que la ONU celebra en la Amazonia, y Brasil ejerce como país anfitrión bajo el liderazgo climático que Lula ha querido recuperar tras el mandato del negacionista Jair Bolsonaro.

La contradicción es evidente: mientras representantes de todo el mundo se reúnan para debatir sobre la crisis climática y los combustibles fósiles, el barco sonda de Petrobras estará perforando en busca de crudo frente a la desembocadura del Amazonas.

Los ambientalistas señalan que la licencia choca con las metas del Gobierno brasileño, que se ha comprometido a reducir entre un 59% y un 67% las emisiones contaminantes hasta 2035. La decisión plantea interrogantes sobre la coherencia entre el discurso de liderazgo climático internacional y las políticas energéticas domésticas.

El largo proceso de autorización y los próximos pasos

La petrolera estatal ha intentado explorar esta región desde 2022, pero el proceso de autorización se extendió durante casi cinco años debido a múltiples solicitudes de información adicional por parte de Ibama. En mayo de 2023, la principal agencia ambiental del país bloqueó inicialmente la exploración debido a la ausencia de un estudio de impacto completo, riesgos para la fauna, efectos sobre comunidades indígenas e «inconsistencias» en la información presentada por la empresa.

Chambriard, quien había expresado públicamente su urgencia señalando que «la sonda está en la ubicación y la broca, apuntando al pozo», celebró la concesión calificándola de «logro para la sociedad brasileña». La presidenta ejecutiva también destacó que el trabajo realizado con Ibama para obtener esta licencia ayudará a la empresa en el proceso de concesión de licencias para otros pozos en la región.

Silveira enfatizó que Petrobras montó «la mayor estructura de respuesta del país, con 13 embarcaciones a disposición para apenas un pozo», argumentando que la exploración se llevará a cabo «bajo los más altos estándares de sostenibilidad, conciliando la preservación ambiental con la generación de empleo e ingresos».

El ministro concluyó afirmando que «la decisión refuerza el compromiso del Gobierno con una transición energética justa, inclusiva y equilibrada, en la que el desarrollo de las actividades de exploración y producción de petróleo y gas avanza de la mano con las políticas de descarbonización y expansión de los biocombustibles».

La batalla legal que han anunciado las organizaciones ambientales promete mantener este proyecto en el centro del debate político y ambiental brasileño durante los próximos meses, planteando preguntas fundamentales sobre el modelo de desarrollo y las prioridades climáticas de una de las economías más grandes de América Latina.