El 15,67% de la población sigue privada de servicios básicos esenciales pese a mejoras en indicadores oficiales
La realidad paraguaya presenta un panorama complejo: mientras las estadísticas oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE) muestran una reducción de 1,52 puntos porcentuales en la pobreza multidimensional durante 2024, cerca de un millón de paraguayos —927.628 personas exactamente— continúan enfrentando privaciones fundamentales que van más allá de la falta de ingresos económicos.
Esta reducción, que representa aproximadamente 81.416 personas que salieron de esta condición, marca una desaceleración significativa respecto al año anterior, cuando la disminución fue de 2,5 puntos porcentuales. El contraste evidencia que, pese a los avances estadísticos, el país enfrenta desafíos estructurales profundos que requieren una intervención más agresiva y sistemática.
La cruda realidad detrás de los números fríos
El Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), basado en la metodología de la Universidad de Oxford y los fundamentos teóricos del Premio Nobel Amartya Sen, revela una fotografía descarnada de las carencias que padecen los paraguayos. Mientras el 15,67% de la población se encuentra en situación de pobreza multidimensional, estos datos trascienden las cifras para convertirse en una radiografía de la exclusión social sistemática.
La pobreza multidimensional no es simplemente una estadística más; representa la negación de derechos fundamentales. Cuando una familia carece de agua potable, sistema de recolección de basura, vivienda digna o seguridad laboral, estamos ante la materialización del fracaso del Estado en garantizar condiciones mínimas de vida a sus ciudadanos.
De manera particularmente reveladora, el 52,46% de los pobres multidimensionales —486.658 personas— no son considerados pobres desde el punto de vista monetario. Esta paradoja expone una realidad preocupante: tener ingresos suficientes no garantiza acceso a servicios básicos, evidenciando fallas estructurales en la provisión de servicios públicos y en el modelo de desarrollo del país.
Las tres carencias que definen la exclusión
Los datos del INE revelan que las tres principales privaciones que aquejan a esta población son alarmantemente básicas: el 92,47% carece de aportes a una caja jubilatoria, el 92,33% no tiene acceso a servicios de eliminación de basura, y el 58,39% utiliza carbón o leña para cocinar. Estos indicadores no solo reflejan carencias materiales, sino que evidencian un sistema que ha fallado en proporcionar infraestructura básica y protección social.
La falta de seguridad social afecta a prácticamente la totalidad de los pobres multidimensionales, proyectando un futuro incierto para estas familias que no tendrán protección en la vejez. La ausencia de servicios de recolección de basura, por su parte, no solo representa un problema sanitario inmediato, sino que perpetúa condiciones de vida insalubres que afectan la salud y dignidad de las personas.
La brecha territorial que profundiza la desigualdad
La distribución geográfica de la pobreza multidimensional expone las profundas asimetrías territoriales del desarrollo paraguayo. Mientras Asunción registra apenas un 2,02% de pobreza multidimensional y el Departamento Central un 6,67%, departamentos como San Pedro (30,47%), Caazapá (27,47%) y Concepción (26,47%) concentran niveles de privación que superan ampliamente el promedio nacional.
Esta disparidad no es casual: refleja décadas de concentración de inversión pública y privada en el área metropolitana, dejando al interior del país con infraestructura deficiente y limitadas oportunidades de desarrollo. La diferencia entre el área rural (31,29%) y urbana (6,16%) en términos de pobreza multidimensional evidencia un modelo de crecimiento que ha sido incapaz de irradiar beneficios hacia las zonas rurales.
El desafío metodológico y sus implicaciones políticas
El IPM utiliza una metodología que requiere que los miembros de un hogar experimenten cuatro o más privaciones simultáneas para ser considerados pobres multidimensionales. Esta aproximación, si bien técnicamente sólida, puede subestimar el alcance real de las carencias, ya que familias que sufren tres privaciones significativas quedan fuera de la medición oficial.
Las cuatro dimensiones evaluadas —trabajo y seguridad social, vivienda y servicios, salud y ambiente, y educación— cada una valorada en 25 puntos, configuran un panorama integral pero que debe traducirse en políticas públicas específicas y medibles. No basta con medir; es imperativo actuar de manera coordinada y sostenida.
La necesidad de políticas públicas transformadoras
Los datos presentados por el INE, derivados de la Encuesta Permanente de Hogares Continua (EPHC), no pueden ser interpretados como meros indicadores estadísticos. Representan un llamado urgente a la acción política y social. La leve reducción en la pobreza multidimensional, menor a la del año anterior, sugiere que las políticas actuales son insuficientes para abordar las causas estructurales de la exclusión.
Es fundamental que el gobierno nacional y los gobiernos departamentales comprendan que la pobreza multidimensional no se resuelve únicamente con transferencias monetarias. Requiere inversión sostenida en infraestructura básica, expansión de la cobertura de servicios públicos, fortalecimiento del sistema de seguridad social y mejoras sustanciales en la calidad educativa y del sistema de salud.
Un desafío que trasciende las gestiones de gobierno
La persistencia de casi un millón de paraguayos en situación de pobreza multidimensional representa un desafío que trasciende las gestiones gubernamentales individuales. Requiere un compromiso de Estado que priorice la inclusión social y el desarrollo territorial equilibrado como pilares fundamentales del progreso nacional.
Mientras 927.628 paraguayos continúen privados de servicios básicos esenciales, el país no podrá aspirar a un desarrollo genuino y sostenible. Los datos del INE deben servir no solo para medir el progreso, sino como una hoja de ruta hacia la construcción de una sociedad más justa y equitativa, donde el acceso a derechos fundamentales no dependa del lugar de nacimiento o del nivel de ingresos familiar.
La reducción de la pobreza multidimensional debe convertirse en una prioridad nacional que movilice recursos, capacidades institucionales y voluntad política de manera sostenida. Solo así podremos transformar las estadísticas en mejoras reales y tangibles en la calidad de vida de los paraguayos más vulnerables.