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Mercedes-Benz sufre un desplome del 50% en su beneficio neto por el impacto de los aranceles estadounidenses y el hundimiento de ventas en China

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El fabricante alemán de automóviles premium atraviesa uno de sus períodos más turbulentos en años. Mercedes-Benz ha registrado una caída del 50% en su beneficio neto durante los primeros nueve meses de 2025, acumulando ganancias de 3.786 millones de euros frente a los 7.806 millones del mismo período de 2024. Esta pronunciada contracción responde a una combinación de factores adversos: aranceles del 15% en Estados Unidos, una desaceleración severa en el mercado chino y los costes asociados a su plan de reestructuración Next Level Performance.

Pese a estos resultados negativos, la compañía con sede en Stuttgart ha decidido mantener sus previsiones anuales y continuar con su programa de recompra de acciones por valor de hasta 2.000 millones de euros, una señal que los mercados han recibido positivamente, impulsando sus acciones más de un 5% en la sesión bursátil de Frankfurt.

El tercer trimestre confirma la tendencia a la baja

Los datos del tercer trimestre evidencian la persistencia de los problemas estructurales que afronta el fabricante alemán. Entre julio y septiembre, el beneficio neto se desplomó un 31% interanual hasta situarse en 1.190 millones de euros, mientras que los ingresos retrocedieron un 7% hasta alcanzar 32.150 millones. El EBITDA ajustado, indicador que excluye gastos no recurrentes tras restar impuestos e intereses, cayó un 17% hasta los 2.100 millones de euros.

En el acumulado de los nueve primeros meses del año, la facturación total del grupo alcanzó los 98.524 millones de euros, un 8% menos que en el mismo período de 2024. El beneficio operativo (EBIT) registró un desplome aún más severo del 60%, quedando en 4.132 millones de euros. Incluso el flujo de caja libre se contrajo un 11%, situándose en 5.589 millones de euros, reflejando tanto el menor volumen de entregas como un entorno de costes más exigente.

Estados Unidos y China: dos mercados críticos en contracción

La geografía de las dificultades de Mercedes-Benz se concentra claramente en sus dos mercados más estratégicos. En China, segunda economía mundial y tradicional motor de crecimiento para las marcas premium europeas, las ventas del fabricante alemán se han hundido un 27% durante el tercer trimestre y un 18% en el acumulado del año, lo que representa aproximadamente 93.000 vehículos menos vendidos hasta septiembre.

Esta debacle en el gigante asiático responde a múltiples causas. La competencia de fabricantes locales como BYD y Xiaomi se ha intensificado considerablemente, con ofensivas agresivas de reducción de precios que las marcas europeas no pueden igualar sin comprometer gravemente sus márgenes. Los productores chinos han conseguido desarrollar vehículos de alta calidad a precios significativamente inferiores, erosionando la ventaja competitiva que las marcas alemanas habían disfrutado durante décadas.

En Estados Unidos, donde Mercedes-Benz concentra el 15% de su volumen global de ventas, los aranceles impuestos por la administración Trump han golpeado duramente al fabricante. Aunque inicialmente se establecieron en el 25%, tras la negociación con la Comisión Europea en julio quedaron en el 15%, una cifra que sigue siendo lo suficientemente elevada como para afectar la competitividad de los vehículos importados. El resultado: una caída del 8% en los ingresos y aproximadamente 23.000 unidades menos vendidas hasta septiembre en comparación con el año anterior.

Márgenes operativos bajo presión y revisión de previsiones

La confluencia de menores volúmenes de venta, aranceles más elevados y precios más débiles de lo anticipado ha obligado a Mercedes-Benz a ajustar sus expectativas de rentabilidad. La compañía ha establecido su previsión para el retorno ajustado sobre las ventas de la división de coches de pasajeros en un rango del 4% al 6%, una «reducción significativa» respecto a ejercicios anteriores.

En su negocio de vehículos comerciales, la situación es similar. La disminución de las ventas y los aranceles de importación estadounidenses, «que no se habían tenido en cuenta en la previsión original», han llevado a situar la previsión de rentabilidad ajustada sobre ventas entre el 8% y el 10%. La tasa de conversión de efectivo ajustada se colocó en un rango de entre 0,6 y 0,8 en el tercer trimestre.

Por divisiones, los ingresos de Mercedes-Benz Cars cayeron un 8,1% interanual, mientras que la facturación de Mercedes-Benz Vans se contrajo un 13,7%. El área de Mobility facturó un 3,8% menos, completando un panorama de contracción generalizada en todas las unidades de negocio.

Reestructuración y costes de ajuste: el plan Next Level Performance

Además de las presiones externas, Mercedes-Benz está asumiendo costes significativos derivados de su programa de reestructuración Next Level Performance, con el que aspira a ahorrar 5.000 millones de euros hasta 2027. Como parte de este programa, la compañía ha puesto en marcha un plan de salidas voluntarias que contempla compensaciones de hasta 500.000 euros por empleado, según información del diario alemán Handelsblatt.

Estos costes de reestructuración han contribuido al deterioro del resultado del grupo en el acumulado hasta septiembre, aunque la dirección considera que son inversiones necesarias para mejorar la eficiencia estructural de la compañía en el medio plazo. El objetivo es reducir la base de costes fijos y aumentar la flexibilidad operativa ante un entorno de mercado cada vez más volátil e impredecible.

Revisión de la estrategia de electrificación

En un giro estratégico significativo, Mercedes-Benz ha sido uno de los fabricantes que ha revisado su estrategia de electrificación. El año pasado, la compañía anunció que mantendrá la venta de modelos de combustión más allá de 2030, corrigiendo así el objetivo fijado en 2021 de convertirse en una marca 100% eléctrica al cierre de la década. La decisión responde a que las ventas de vehículos eléctricos no alcanzaron las previsiones iniciales, según reconoció su consejero delegado, Ola Källenius.

Los datos respaldan este cambio de rumbo. Las ventas de vehículos eléctricos de batería de Mercedes-Benz se han reducido un 13% en lo que va de año, con 118.355 unidades comercializadas. Por el contrario, las ventas de vehículos híbridos enchufables crecieron un 21%, impulsando las ventas totales de electrificados un 4% en el acumulado del año.

Esta moderación en los objetivos de electrificación no es exclusiva de Mercedes-Benz. Las expectativas que la industria manejaba a comienzos de la década —cuando se proyectaba una adopción masiva y rápida del coche eléctrico— se han moderado ante la desaceleración de la demanda, los altos costes de producción y la falta de infraestructura de recarga suficiente en muchos mercados europeos. A ello se suma la reducción o eliminación de incentivos públicos en algunos países, factores que están llevando a varios grupos automovilísticos a revisar o aplazar sus objetivos de electrificación total.

Pese a que las matriculaciones de vehículos eléctricos en Europa han crecido un 24% en lo que va de año, según la patronal europea de fabricantes ACEA, y que a nivel global se alcanzó en septiembre un récord histórico de dos millones de unidades vendidas en un solo mes, según la empresa de datos Rho Motion, el optimismo de los fabricantes se ha enfriado considerablemente.

El mensaje del CEO: mantener el rumbo pese a las turbulencias

A pesar del escenario adverso, el consejero delegado de Mercedes-Benz, Ola Källenius, ha mantenido un discurso de confianza y continuidad. «Los resultados del tercer trimestre están en línea con nuestras previsiones para el conjunto del año», ha afirmado el ejecutivo sueco, restando importancia al retroceso del beneficio.

Källenius ha subrayado que el programa de lanzamientos de producto avanza según lo previsto, con los nuevos CLA y GLC marcando el inicio de una serie de nuevos modelos en todos los segmentos y motorizaciones, adaptados a las necesidades específicas del mercado y de los clientes. «Seguimos centrados en mejorar la experiencia del cliente y en ganar eficiencia en toda la compañía», ha añadido.

La decisión de continuar con la recompra de acciones por hasta 2.000 millones de euros, aprobada a principios de este año, constituye una señal de confianza hacia los mercados y los accionistas. Esta medida, junto con el mantenimiento de las previsiones anuales pese a los malos resultados trimestrales, ha sido bien recibida por los inversores, impulsando la cotización de la compañía más de un 5% en la sesión bursátil de Frankfurt.

Un sector bajo presión geopolítica y comercial

Mercedes-Benz, al igual que otros grupos de automoción europeos, está resentido por las turbulencias geopolíticas que están acosando a la industria. La compañía ha reconocido en su informe del tercer trimestre que «persiste un alto grado de incertidumbre dado el entorno geopolítico y de política comercial, así como posibles acontecimientos macroeconómicos inesperados». Las previsiones para el año, añade, «tienen en cuenta los aranceles vigentes en el momento de la publicación del informe interno».

El caso de Mercedes-Benz ilustra los desafíos estructurales que enfrenta la industria automovilística europea: la necesidad de adaptarse a la transición energética sin perder competitividad, la creciente presión de fabricantes chinos en su propio mercado y en terceros países, y la incertidumbre derivada de políticas comerciales proteccionistas en mercados clave como Estados Unidos.

La contracción global del 8,3% en las ventas del grupo hasta septiembre, con 1,34 millones de turismos comercializados, ha sido generalizada en todos sus mercados, aunque China y Norteamérica han concentrado los descensos más acusados. Esta realidad plantea interrogantes sobre la capacidad de los fabricantes premium europeos para mantener sus márgenes de rentabilidad en un entorno cada vez más competitivo y regulado.