El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva anunció durante la cumbre del G-20 en Johannesburgo que el esperado acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea se firmará definitivamente el próximo 20 de diciembre, posiblemente en Foz de Iguazú o Brasilia. La confirmación marca el desenlace de un proceso negociador que comenzó formalmente en 1999 durante la Cumbre América Latina-Caribe-Unión Europea en Río de Janeiro, convirtiéndose en uno de los tratados comerciales más complejos y prolongados de la historia reciente.

Dimensiones del pacto comercial y sus implicaciones globales

Las cifras del acuerdo revelan su magnitud histórica. Según datos oficiales, el tratado vinculará a aproximadamente 722 millones de habitantes distribuidos entre los 27 Estados miembros de la Unión Europea y los cuatro países del Mercosur: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. El producto interno bruto conjunto de ambos bloques alcanza los USD 22 billones, lo que posiciona a esta alianza como potencialmente el mayor acuerdo comercial del mundo.

La zona de libre comercio resultante eliminará aranceles de importación sobre una amplia gama de productos, facilitando el acceso de los países sudamericanos al mercado europeo, particularmente para productos agrícolas. En contrapartida, los bienes industriales europeos, especialmente automóviles, maquinaria y productos químicos, encontrarán mejores condiciones de exportación hacia el continente americano.

El contexto geopolítico acelera el cierre del acuerdo

La guerra comercial iniciada por el presidente estadounidense Donald Trump ha incrementado notablemente la urgencia de ambos bloques por diversificar sus socios comerciales. Para la Unión Europea, el pacto representa una alternativa estratégica frente a la competencia de Estados Unidos y China, mientras que para los países del Mercosur significa una oportunidad de expansión para sus exportaciones agrícolas e industriales.

El factor temporal también resulta determinante. Lula da Silva tiene especial interés en cerrar el acuerdo antes de finalizar el año, cuando concluirá su presidencia rotatoria del bloque sudamericano y la de Dinamarca en la Unión Europea. El mandatario brasileño, quien ya ha confirmado su intención de presentarse a las elecciones en busca de un cuarto mandato, reconoció que tras la firma quedará «mucho trabajo por hacer para aprovechar los beneficios de este acuerdo».

Francia mantiene su resistencia con exigencias de salvaguardas

La oposición francesa continúa siendo el principal obstáculo político del tratado. El presidente Emmanuel Macron ha calificado el acuerdo de «inaceptable», argumentando que no contempla adecuadamente los requisitos medioambientales en la producción agrícola e industrial. Francia, como mayor productor de carne de vacuno de la Unión Europea, teme el impacto de las exportaciones brasileñas y argentinas sobre sus ganaderos.

Durante una reunión paralela al G-20, el canciller francés Jean-Noel Barrot recordó al ministro argentino de Exteriores, Pablo Quirno, las condiciones impuestas por París como prerrequisito para su apoyo. En particular, Francia exige una cláusula de salvaguarda robusta: un mecanismo legal que permitiría a cualquiera de las partes limitar temporalmente las importaciones de un producto determinado si causan daños específicos a un sector concreto.

Los agricultores europeos han protagonizado múltiples protestas, alegando que el acuerdo permitiría importaciones baratas de productos sudamericanos que no cumplen con las normas ecológicas y de seguridad alimentaria de la Unión Europea. La Comisión Europea ha rechazado estas acusaciones, mientras que Brasil sostiene que cualquier normativa de salvaguardia debe cumplir plenamente con el espíritu y los términos acordados en el tratado.

El complejo proceso de ratificación parlamentaria

La firma del 20 de diciembre no significará la entrada inmediata en vigor del acuerdo. Se firmarán dos textos diferenciados: uno de carácter económico-comercial y provisional, y el acuerdo completo. En septiembre pasado, la Comisión Europea presentó formalmente ambos documentos al Parlamento Europeo y a los Estados miembros del bloque.

El Parlamento Europeo debe aprobar el tratado con el voto favorable del 50% más uno de sus miembros, lo que podría encontrar resistencia considerable. Además, al menos 15 de los 27 países deben ratificar el texto, representando como mínimo el 65% de la población total de la Unión Europea. Este proceso podría extenderse durante varios años. Una vez que el acuerdo completo entre en vigor, sustituirá al acuerdo comercial provisional.

En el caso del Mercosur, cada país debe presentar el documento final a sus respectivos parlamentos, pero la entrada en vigor es individual, lo que significa que no es necesario esperar la aprobación simultánea de los cuatro Estados miembros.

Beneficios estratégicos para ambos bloques

Los defensores del acuerdo, particularmente Alemania y España dentro de la Unión Europea, argumentan que el tratado ofrece compensaciones comerciales frente a los aranceles impuestos por la administración Trump y reduce la dependencia europea de China. Específicamente, el acceso a minerales esenciales para la transición ecológica, como el litio metálico para baterías —del cual Europa depende actualmente de China—, constituye un atractivo estratégico fundamental.

Para el sector agrícola europeo, el acuerdo también presenta ventajas: mayor acceso y aranceles más bajos para productos como queso, jamón y vino en los mercados sudamericanos. Paralelamente, el Mercosur se perfila como un mercado en expansión para la industria automotriz, maquinaria y productos químicos del continente europeo.

La soberanía brasileña y el posicionamiento ante Estados Unidos

Durante su comparecencia en Johannesburgo, Lula da Silva también abordó temas de política interna, específicamente el encarcelamiento de su predecesor Jair Bolsonaro durante el fin de semana. El presidente brasileño declinó comentar sobre fallos específicos del Supremo Tribunal Federal, limitándose a señalar que «todos saben lo que hizo» y que «el tribunal decidió, está decidido, cumplirá la condena que el tribunal determinó».

Consultado sobre si esta medida afectaría las relaciones con el presidente estadounidense Donald Trump, Lula respondió categóricamente: «Trump necesita saber que somos un país soberano, que nuestros tribunales deciden, y lo que se decide aquí, está decidido». La declaración subraya la postura de independencia que Brasil busca proyectar en el escenario internacional, precisamente en el contexto de la firma de un acuerdo que amplía sus opciones comerciales más allá de la órbita estadounidense.

Expectativas y desafíos para la implementación

El acuerdo incluye disposiciones sobre creación de una zona de libre comercio, establecimiento de reglas de origen para garantizar que los beneficios sean aprovechados por los agentes económicos de ambas regiones, facilitación del comercio, apoyo a pequeñas y medianas empresas, compras gubernamentales, propiedad intelectual, empresas estatales, resolución de controversias, servicios, comercio sostenible y mecanismos para resolver disputas comerciales.

A pesar del optimismo oficial, persisten preocupaciones relacionadas con estándares ambientales y laborales que continúan siendo puntos de debate entre las partes. La efectividad del tratado dependerá de la capacidad de ambos bloques para implementar sus términos de manera equilibrada, respetando tanto los intereses comerciales como las exigencias normativas de cada región.

Con la fecha de firma establecida y la cumbre de líderes del Mercosur programada para principios de enero en Foz de Iguazú —debido a la imposibilidad del presidente paraguayo de asistir el 20 de diciembre—, ambos bloques se preparan para cerrar un capítulo de casi un cuarto de siglo de negociaciones. El desafío ahora consiste en transformar este acuerdo en una realidad operativa que genere prosperidad compartida y demuestre que la cooperación multilateral puede prevalecer sobre el proteccionismo y el aislamiento comercial en un contexto global cada vez más fragmentado.