La combinación de apertura comercial acelerada, contracción del consumo interno y pérdida de competitividad ha desencadenado una crisis sin precedentes en uno de los sectores industriales con mayor capacidad de generación de empleo en Argentina. Los números reflejan un panorama crítico: siete de cada diez empresas textiles están paralizadas, mientras las importaciones chinas crecieron 109% y la ropa usada ingresó al país con aumentos superiores al 11.000% en valor.

Colapso productivo: la industria opera a menos de un tercio de su capacidad

El indicador más alarmante de la crisis lo proporciona el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec): en octubre de 2025, la utilización de la capacidad instalada del sector textil alcanzó apenas el 32,5%, el nivel más bajo registrado en dos años. Esta cifra representa una caída de 15,3 puntos porcentuales respecto del 47,8% observado en octubre de 2024, y se ubica más de 23 puntos por debajo de los niveles de 2023.

«El panorama de la industria textil es muy complejo. Los números son realmente alarmantes. En octubre, la capacidad instalada llegó al 32,5%, una cifra realmente baja, que probablemente se profundizó en noviembre. Hoy siete de cada diez empresas están paradas», señalan fuentes del sector.

La Federación de Industrias Textiles Argentinas (FITA) reportó que la producción textil cayó 20,5% interanual en septiembre de 2025, marcando el desempeño más bajo de la última década para ese mes. La capacidad instalada en septiembre se ubicó en 37,1%, también la más baja de los últimos diez años, con un retroceso de 4,4 puntos porcentuales respecto de agosto y de 14,2 puntos frente a septiembre de 2024.

Un informe sectorial de la Fundación Protejer revela cifras aún más dramáticas: un derrumbe del 40% en la actividad frente a 2023. El segmento de prendas de vestir registró una caída de 7,7% interanual respecto de 2023 y 12,1% frente a 2024, mientras que el calzado experimentó retrocesos del 21% en relación con 2024 y del 31,6% frente a 2023.

«La caída de la actividad en la industria textil continúa profundizando. Es una situación que exige reaccionar con claridad y avanzar en medidas concretas en el corto y mediano plazo», advirtió Luis Tendlarz, presidente de FITA.

Avalancha importadora: China domina el 70% del mercado textil

El principal factor estructural detrás del colapso sectorial es el explosivo crecimiento de las importaciones. Según ProTejer, entre enero y octubre las importaciones de productos textiles e indumentaria alcanzaron 332.696 toneladas y 1.450 millones de dólares, lo que representa incrementos de 89% en cantidades y 61% en valor respecto del mismo período del año anterior.

China consolidó su posición como proveedor dominante, concentrando más del 70% del mercado textil importado. Al analizar el período enero-octubre de 2024 y el mismo lapso de 2025, las importaciones chinas aumentaron 109%, superando ampliamente el incremento promedio total de ingresos textiles de 89%.

La participación del gigante asiático creció sistemáticamente durante los últimos tres años, pasando de poco más de la mitad de los despachos a representar actualmente siete de cada diez prendas que ingresan al país. Desglosado por rubros, en el segmento de tejidos de punto China concentró 94% del total importado en 2025; en indumentaria representó 71% de los ingresos, y en confecciones terminadas su participación alcanzó 68%.

«La desregulación del régimen courier, la flexibilización aduanera y la falta de controles sobre plataformas digitales abrieron una puerta que China aprovechó como ningún otro país. Hoy, el gigante asiático no solo domina más del 70% del mercado textil importado, sino que también está desplazando la producción nacional y el trabajo argentino», afirmó un documento de Pro Tejer.

El análisis sectorial sostiene que la indumentaria china ingresa al país sin cumplir requisitos mínimos de calidad, sin controles de valor, ni etiquetado ni trazabilidad, además de evitar el pago de impuestos. Bajo este escenario, la oferta proveniente del país oriental dispone de ventajas difíciles de igualar para los productores locales.

Ropa usada: el nuevo fenómeno que agrava la crisis

Un factor adicional que agudiza la crisis sectorial es el crecimiento exponencial de las importaciones de ropa usada. Históricamente restringida en Argentina por razones de salud pública, higiene y protección de la industria local, esta categoría experimentó un cambio radical a partir de 2024.

El Decreto 2112/2010 estableció la prohibición de importar indumentaria usada hasta el 30 de diciembre de 2015. En 2017, el gobierno de Mauricio Macri renovó la restricción mediante el Decreto 333/2017, extendiendo la prohibición hasta el 12 de mayo de 2022. Al llegar el vencimiento en 2022, el gobierno de Alberto Fernández no renovó la prohibición, aunque durante 2022 y 2023 las importaciones se mantuvieron marginales.

El punto de quiebre se materializa en 2024, y la expansión definitiva ocurre en 2025. En el período enero-octubre, las importaciones de ropa usada ascendieron a 3,73 millones de dólares FOB (Free On Board) y 3.521.456 kilos. Esto implica un incremento interanual extraordinario de 11.728% en valor y 26.538% en cantidad. En términos de participación dentro del total importado de indumentaria, la ropa usada pasó a representar el 11% del volumen.

Este crecimiento debe analizarse en el marco del modelo global de «fast fashion», uno de los sectores más contaminantes a nivel mundial, que se basa en la producción acelerada, masiva y de bajo costo en términos laborales, impositivos y ambientales, generando excedentes estructurales de prendas que no encuentran salida en los mercados de origen.

Competencia desleal: plataformas digitales y asimetría impositiva

Las plataformas chinas de comercio electrónico como Shein, Temu y AliExpress han adquirido un rol protagónico en el deterioro competitivo del sector. Operan bajo el régimen puerta a puerta, con envíos fraccionados, menores controles aduaneros y subsidios logísticos desde China.

Referentes del sector señalan que estas plataformas «no pagan impuestos prácticamente», generando una competencia sumamente desleal con el producto local, donde aproximadamente el 50% del precio final está compuesto por impuestos. «Las altas tasas de interés para financiar el consumo y la producción, sumado a la maraña impositiva en la que está envuelta la Argentina, no permiten competir frente al gran incremento de las importaciones, donde el 70% son originarias de China», explican desde la industria.

La pérdida del poder adquisitivo ha afectado profundamente las ventas y el consumo. Con un tipo de cambio sumamente apreciado, las textiles tienen gran dificultad para competir con los productos importados y ganar mercados de exportación. «Fábricas que andaban muy bien hace dos años con una inflación del 200%, hoy están cerradas y son galpones. Hay fábricas de calzado que tenían 800 empleados que bajaron a 600, 200 y están cerradas», describe un operador del sector, atribuyendo el fenómeno a la falta de competitividad del tipo de cambio y la apertura indiscriminada de las importaciones.

Cierre de empresas y pérdida masiva de empleos

El impacto en el entramado empresarial y laboral es devastador. Sobre un total de 492.223 firmas en el país, desde la asunción de Milei desaparecieron 21.427 empresas. Dentro de la industria manufacturera, que agrupa unas 47.500 compañías, más de 5.000 corresponden a los sectores textil, indumentaria y calzado.

Desde 2023 cerraron 114 empresas textiles, 237 de indumentaria y 150 de cuero y calzado. Este proceso de destrucción empresarial se acelera en un contexto donde las ventas registran una caída del 7% interanual tanto frente a 2023 como frente a 2024.

El impacto laboral acompaña la crisis productiva. El sector pasó de 104.993 puestos de trabajo a perder casi 16.000 empleos desde 2023, lo que representa una caída del 13,2%. Esta destrucción de empleo afecta a uno de los entramados industriales con mayor capacidad de generación de puestos de trabajo del país, con una cadena de valor nacional integrada por unos 500.000 trabajadores en todo el territorio.

Contexto industrial: el textil en el fondo de la tabla

El desempeño del sector textil contrasta dramáticamente con el promedio industrial. En octubre, el uso de la capacidad instalada por la industria alcanzó el 61%, cifra levemente inferior al 61,1% de septiembre y al 63% observado en igual mes de 2024. El sector textil, con su 32,5%, se ubicó en el fondo de la tabla del indicador elaborado por el Indec, operando menos de la mitad del promedio industrial general.

Según el Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPIM), en octubre se verificó un descenso interanual del 24% en la producción textil, constituyendo la mayor contracción medida en el mes. Le sigue la fabricación de prendas de vestir, cuero y calzado, con una contracción de 15,1%. La elaboración de hilados de algodón bajó 34,7% interanual, y la fabricación y acabado de textiles cayó 34,1% en ese lapso.

Entre las ramas de actividad que operaron por encima del promedio sectorial se destacaron la refinación de petróleo (82,2%), las industrias metálicas básicas (71,1%), alimentos y bebidas (68,7%), sustancias y productos químicos (63,6%), y papel y cartón (62,3%). Por el contrario, se posicionaron por debajo del promedio los sectores de productos minerales no metálicos (60,5%), la industria automotriz (56,1%), edición e impresión (53,2%), metalmecánica excluyendo automotores (48,2%), productos del tabaco (42,9%), caucho y plástico (42,6%) y el textil (32,5%).

Una crisis que exige respuestas estructurales

La industria textil argentina enfrenta una combinación de factores que han generado una tormenta perfecta: reconfiguración de la matriz económica desde fines de 2023, apertura comercial acelerada, tipo de cambio apreciado, caída del consumo interno, competencia desleal de plataformas digitales, ingreso masivo de ropa usada, altas tasas de interés y presión impositiva asimétrica.

El resultado es una industria que opera a menos de un tercio de su capacidad, con siete de cada diez empresas paralizadas, pérdida de 16.000 empleos en dos años, cierre de más de 500 empresas del sector y desplazamiento acelerado de la producción nacional por importaciones que crecieron casi 90% en cantidad.

La crisis del sector textil argentino trasciende las coyunturas económicas de corto plazo y plantea interrogantes sobre la viabilidad de mantener una industria nacional en un contexto de apertura comercial sin instrumentos de protección, con asimetrías impositivas y regulatorias que favorecen la importación, y en un escenario de retracción del mercado interno que limita la demanda de productos locales.