La Corte Suprema de Estados Unidos se enfrenta a una de las decisiones más trascendentes en materia económica de los últimos años. Por primera vez desde el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, el máximo tribunal estadounidense mostró señales de cuestionar frontalmente la legalidad de su política comercial más emblemática: el uso de poderes de emergencia para imponer aranceles generalizados a prácticamente todos los socios comerciales del país. El caso no solo pone en entredicho la estrategia económica central del segundo mandato de Trump, sino que plantea interrogantes fundamentales sobre los límites del poder ejecutivo y podría tener repercusiones profundas en la economía global.

Un giro inesperado en el respaldo judicial a Trump

Hasta ahora, los seis jueces conservadores de la Corte Suprema habían respaldado sistemáticamente las políticas más controvertidas de Trump, permitiendo —aunque con carácter temporal y de emergencia— medidas relacionadas con la retención de fondos del Congreso, la expulsión de militares transgénero y políticas migratorias agresivas. Sin embargo, los argumentos orales del miércoles marcaron un punto de inflexión. Por primera vez, los magistrados evaluaron los méritos jurídicos de fondo de una prioridad gubernamental clave, y las señales que emanaron de la sala sugieren que el presidente podría enfrentar su primera derrota significativa ante el tribunal.

El presidente del tribunal, John Roberts, junto con varios de sus colegas conservadores, cuestionó de manera incisiva durante más de dos horas y media la interpretación del gobierno sobre la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional (IEEPA) de 1977. La postura crítica de Roberts resultó particularmente reveladora, al señalar que la justificación gubernamental equivaldría a otorgar «una facultad de imponer aranceles sobre cualquier producto, de cualquier país, en cualquier cantidad, por cualquier período». En un momento determinante, el magistrado afirmó que la base argumental del gobierno «parecía no encajar».

El fundamento legal en disputa y las dudas constitucionales

La controversia gira en torno a la interpretación de la IEEPA, que otorga al presidente la facultad de «regular la importación» durante situaciones de emergencia nacional. Trump invocó esta ley poco después de asumir el cargo para imponer aranceles sobre mercancías procedentes de China, Canadá y México, argumentando que constituían un castigo por no detener el flujo de fentanilo. Posteriormente, en abril, amplió estos gravámenes a más de 100 socios comerciales, justificándolos como respuesta a déficits comerciales «grandes y persistentes».

El procurador general D. John Sauer sostiene que la expresión «regular la importación» incluye naturalmente el poder de imponer aranceles, dado que estos representan la forma más común de regular importaciones. Sin embargo, la ley de 1977 no menciona explícitamente las palabras «aranceles» o «impuestos», una omisión que las empresas demandantes consideran determinante. La coalición de pequeñas empresas, que incluye a la importadora de vinos VOS Selections y la fabricante de juguetes Learning Resources, argumenta que si «regular» significara «gravar», el presidente podría «gravarlo todo desde los automóviles hasta los zoológicos».

La jueza Amy Coney Barrett, última designada de Trump al tribunal, planteó una pregunta crucial que evidenció las debilidades del argumento gubernamental: solicitó ejemplos históricos donde la frase «regular la importación» hubiera sido utilizada para conferir autoridad arancelaria. La respuesta de Sauer, que hizo referencia a un caso del gobierno de Nixon respaldado únicamente por un tribunal de apelaciones intermedio, no pareció satisfacer a la magistrada.

El precedente de Nixon y el debate histórico

Uno de los argumentos centrales del gobierno se apoya en las acciones del presidente Richard Nixon en 1971, cuando impuso un arancel del 10% a todas las importaciones bajo la Ley de Comercio con el Enemigo, precursora de la IEEPA. Un tribunal federal respaldó aquellos aranceles, y el Congreso posteriormente promulgó la IEEPA manteniendo un lenguaje idéntico para otorgar al presidente autoridad para «regular» las importaciones.

El juez Brett Kavanaugh, considerado un voto clave en el caso, insistió repetidamente en este punto, cuestionando por qué el Congreso no modificó el lenguaje de la ley si tenía objeciones a que los presidentes impusieran aranceles basándose en esa facultad regulatoria. «El presidente Nixon anunció esos aranceles en un discurso nacional en horario estelar, un 10% para todos en agosto de 1971; no se trataba de una simple hoja de papel, así que era bien conocido», señaló Kavanaugh.

No obstante, Neal Katyal, veterano abogado que representa a las empresas demandantes, contrarrestó este argumento al señalar que Nixon no recurrió inmediatamente al precursor de la IEEPA para justificar esos aranceles, sino solo posteriormente cuando fueron impugnados en tribunales. Esta distinción temporal resulta relevante para determinar si existió verdaderamente un entendimiento congressional sobre el alcance de la ley.

Doctrinas conservadoras que complican la defensa presidencial

El caso obliga a los jueces a enfrentar una paradoja ideológica: dos doctrinas fundamentales del movimiento jurídico conservador parecen contradecir las pretensiones presidenciales. La «doctrina de las cuestiones importantes» establece que el Congreso debe utilizar un lenguaje inequívocamente claro para autorizar acciones ejecutivas que podrían transformar la economía. La Corte Suprema se basó precisamente en esta doctrina para invalidar iniciativas clave del presidente Joe Biden, incluido su programa de condonación de préstamos estudiantiles.

La segunda, la «doctrina de la no delegación», sostiene que el Congreso no puede transferir poderes legislativos ilimitados —como su potestad tributaria constitucional— al poder ejecutivo. La Constitución otorga expresamente al Congreso la facultad de establecer impuestos, y los críticos argumentan que permitir al presidente imponer aranceles unilaterales basándose en una ley ambigua constituye una delegación inconstitucional de poder legislativo.

Sauer argumentó que el uso presidencial de la ley no representa una delegación ilimitada, señalando que las emergencias declaradas expiran en un año y requieren informes al Congreso. Sin embargo, insistió en que el poder presidencial para declarar una emergencia no está sujeto a revisión judicial, afirmando que «los jueces carecen de competencia institucional para determinar cuándo los asuntos exteriores representan una amenaza inusual y extraordinaria que requiere una respuesta de emergencia».

Las implicaciones económicas y el dilema de los reembolsos

Las consecuencias financieras del caso resultan monumentales. Hasta el 23 de septiembre, las empresas estadounidenses habían pagado casi 90.000 millones de dólares para cubrir los aranceles de la IEEPA impugnados, según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza. Esta cifra representa más de la mitad de los ingresos arancelarios totales que el país recaudó durante el año fiscal 2025, que concluyó el 30 de septiembre.

El propio Trump reconoció públicamente la magnitud del problema en una entrevista con Fox Business a principios de octubre, admitiendo que si la Corte Suprema fallara en su contra, «tendríamos que devolver dinero» y reembolsar a las compañías los miles de millones ya recaudados. Mientras el litigio continúa —y podría prolongarse varios meses—, las empresas deben seguir pagando los aranceles, por lo que el monto de los posibles reembolsos continúa aumentando exponencialmente.

El secretario del Tesoro, Scott Bessent, había anticipado esta estrategia en agosto al afirmar: «Creo que cuantas más transacciones hemos hecho y más dinero entra, más difícil se vuelve para la Corte Suprema fallar en nuestra contra». Esta declaración sugiere una táctica deliberada de crear hechos consumados que complicaran una decisión adversa del tribunal.

El impacto en las empresas y la economía real

Las pequeñas y medianas empresas que impugnan los aranceles han documentado consecuencias tangibles y severas. Los gravámenes intermitentes han reducido sus márgenes de ganancia, obligándolas a despedir empleados y aumentar precios al consumidor. La importadora de vinos VOS Selections y la fabricante de juguetes Learning Resources, entre otras demandantes, argumentan que las medidas fueron ilegales y han distorsionado fundamentalmente sus modelos de negocio.

La incertidumbre generada por los aranceles ha afectado la planificación empresarial a largo plazo, con compañías incapaces de establecer presupuestos confiables o compromisos contractuales firmes con proveedores y clientes. Esta volatilidad se ha extendido a mercados financieros y cadenas de suministro globales, generando efectos multiplicadores en la economía mundial.

Michael McConnell, exjuez federal de apelaciones propuesto por George W. Bush y líder de la coalición empresarial, ofreció una perspectiva jurídica clara: «Los poderes de emergencia están pensados para ser utilizados en casos de emergencia. Ninguna Corte Suprema querría provocar un enfrentamiento con un presidente de Estados Unidos innecesariamente, pero, por otra parte, la ley es la ley».

La personalización política del litigio

Trump ha convertido este caso en una cuestión profundamente personal, elevando significativamente la presión sobre los magistrados. Aunque inicialmente contempló asistir personalmente a los argumentos orales, finalmente decidió no hacerlo. Sin embargo, en una publicación en Truth Social el domingo anterior a la audiencia, calificó el caso como «uno de los más importantes de la historia del país», advirtiendo que si un presidente no pudiera «utilizar el poder de los aranceles rápida y ágilmente, estaríamos indefensos, lo que quizá llevaría incluso a la ruina de nuestra nación».

Esta retórica dramática ha generado preocupación entre observadores judiciales sobre la presión política que enfrentan los magistrados. Donald Verrilli Jr., quien fue procurador general durante el gobierno de Obama, comentó: «Uno no puede evitar pensar que eso pesará sobre el proceso de toma de decisiones en este caso». La personalización del litigio por parte de Trump añade una dimensión política inusual a un procedimiento que debería centrarse exclusivamente en consideraciones legales.

Las alternativas arancelarias que conservará Trump

Independientemente de la decisión de la Corte Suprema, Trump conservará diversas herramientas arancelarias. Los presidentes estadounidenses siempre han dispuesto de un amplio abanico de mecanismos para imponer gravámenes comerciales, y Trump ha recurrido principalmente a dos durante su segundo mandato: los aranceles de la IEEPA y los de la Sección 232.

La Sección 232 otorga autoridad para imponer aranceles por motivos de seguridad nacional, aunque solo puede aplicarse a sectores industriales específicos y requiere una investigación previa del Departamento de Comercio. Trump ha utilizado este mecanismo este año para elevar impuestos fronterizos sobre automóviles, autopartes, acero, aluminio, cobre y muebles, entre otros productos. Además, ha iniciado varias investigaciones que podrían derivar en mayores gravámenes a una amplia gama de bienes.

Sin embargo, ninguna de estas alternativas le permitirá modificar los derechos de importación con la inmediatez y amplitud que ha logrado mediante la IEEPA. La posible pérdida de este instrumento representaría una limitación significativa a su capacidad para implementar su agenda comercial de manera rápida y unilateral.

Implicaciones para el poder presidencial y casos futuros

Este caso representa apenas el primero de una serie de enfrentamientos jurídicos que definirán los límites del poder ejecutivo durante el segundo mandato de Trump. En el horizonte inmediato, la Corte examinará el próximo mes los esfuerzos presidenciales por tomar control de organismos reguladores independientes. En enero, los jueces evaluarán su intento de destituir a un miembro de la Junta de la Reserva Federal. Adicionalmente, el gobierno ha solicitado que el tribunal considere la legalidad de la orden ejecutiva que busca eliminar la ciudadanía por derecho de nacimiento.

Jack Goldsmith, profesor de la Facultad de Derecho de Harvard y antiguo abogado del Departamento de Justicia bajo George W. Bush, ofreció una perspectiva estratégica sobre el conjunto de casos: «Al final de este mandato, veremos victorias y derrotas para Trump en lo que respecta al poder presidencial. Este es el caso que creo que está más reñido, así que no sé hacia qué lado se inclinará».

La decisión en el caso arancelario podría establecer precedentes importantes sobre cómo la Corte equilibrará la deferencia tradicional al ejecutivo en asuntos de seguridad nacional y política exterior con los límites constitucionales al poder presidencial unilateral, especialmente en materias con profundas implicaciones económicas.

Una decisión acelerada con consecuencias duraderas

En reconocimiento de la trascendencia del caso, la Corte Suprema estableció un calendario extraordinariamente rápido para la presentación de escritos y argumentos orales. Los indicios sugieren que los magistrados fallarán con celeridad, en lugar de esperar hasta el final del periodo judicial el próximo verano, como es su práctica habitual para decisiones de mayor envergadura.

El Tribunal de Apelación del Circuito Federal había fallado previamente en contra del gobierno en una decisión de 7 a 4 emitida a finales de agosto, determinando que la ley de emergencia no autorizaba «aranceles de la magnitud» anunciada por el presidente. Sin embargo, permitió que los impuestos continuaran vigentes durante el litigio, reconociendo implícitamente las complejas ramificaciones de suspenderlos inmediatamente.

La comunidad jurídica conservadora se encuentra profundamente dividida sobre el caso. Destacados juristas que se oponen a los aranceles, incluyendo jueces federales jubilados y un fundador de la conservadora Sociedad Federalista, han argumentado que el caso no presenta la complejidad que el gobierno sugiere. Ningún presidente en los últimos 50 años había recurrido a la IEEPA para imponer aranceles, a pesar de que presidentes anteriores han invocado la ley para imponer sanciones o congelar activos de países específicos.

Tara Leigh Grove, profesora de derecho de la Universidad de Texas en Austin, resumió el dilema judicial: «Los jueces podrían considerar exagerado calificar de emergencia los déficits comerciales de larga duración. Por otra parte, la ley es amplia y parece conceder al presidente un amplio margen de discrecionalidad. Los jueces tendrán dificultades para decidir si realmente quieren cuestionar una decisión presidencial sobre una emergencia».

La resolución de este caso no solo determinará la viabilidad de la política comercial central de Trump, sino que también definirá el equilibrio de poderes entre las ramas del gobierno estadounidense en materia económica para las próximas décadas. Con 90.000 millones de dólares ya recaudados, la economía global expectante y el prestigio presidencial en juego, la Corte Suprema enfrenta una de sus decisiones más consecuentes en años recientes.