El gobierno federal de Estados Unidos entró oficialmente en paralización desde la medianoche del 30 de septiembre al 1 de octubre, luego de que republicanos y demócratas fracasaran en alcanzar un acuerdo presupuestario. Este primer «shutdown» desde 2018-2019 deja en situación de desempleo parcial a 750.000 funcionarios federales y amenaza con costos económicos significativos en un contexto político altamente polarizado.
Un bloqueo histórico con precedentes preocupantes
El cierre actual representa la vigésimo primera paralización gubernamental desde que el Congreso estableció el proceso presupuestario moderno en 1976. El antecedente más reciente y dramático ocurrió durante el primer mandato de Donald Trump, cuando el gobierno permaneció cerrado durante 35 días entre diciembre de 2018 y enero de 2019, convirtiéndose en el bloqueo más prolongado de la historia estadounidense.
Según estimaciones de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), aquel cierre redujo el Producto Interno Bruto en 11.000 millones de dólares. Esta vez, los analistas de la compañía de seguros Nationwide proyectan que cada semana de paralización podría restar 0,2 puntos porcentuales al crecimiento anual del PIB estadounidense.
El epicentro del conflicto: Obamacare y el gasto en salud
El enfrentamiento se centra fundamentalmente en el financiamiento del sistema de salud. Los republicanos propusieron una extensión temporal del presupuesto actual hasta finales de noviembre, mientras trabajaban en un plan de gasto a más largo plazo. Sin embargo, los demócratas rechazaron esta propuesta al exigir la restitución de cientos de miles de millones de dólares recortados en gastos de atención médica, particularmente en el programa de seguros de salud conocido como Obamacare, que subvenciona a hogares de bajos ingresos.
El líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, estableció una posición firme: «Tenemos la voluntad y la capacidad de encontrar un acuerdo bipartidista para financiar el Estado de una manera que responda realmente a las necesidades del pueblo estadounidense en materia de salud. Pero no apoyaremos un proyecto de ley republicano partidista que siga desmantelando el sistema sanitario estadounidense, ni ahora ni nunca».
Trump intensifica la presión con amenazas de recortes irreversibles
El presidente Donald Trump responsabilizó directamente a la oposición demócrata por el colapso de las negociaciones. Desde el Despacho Oval, advirtió con un tono confrontacional: «Podemos hacer cosas durante el cierre que son irreversibles, que son malas para ellos, como despedir a una gran cantidad de personas, o cortar cosas que a ellos les gustan».
Las declaraciones presidenciales adquieren especial relevancia al considerar que la mayoría de los funcionarios federales afectados forman parte del electorado demócrata. «Estaríamos despidiendo a muchas personas que se verán muy afectadas. Y son demócratas, van a ser demócratas», afirmó Trump ante periodistas, evidenciando la dimensión política del conflicto.
Estas amenazas se suman a la ansiedad preexistente en el personal federal causada por los despidos masivos iniciados por el Departamento de Eficiencia Gubernamental (Doge), dirigido anteriormente por el exasesor presidencial Elon Musk.
Impacto económico inmediato: 400 millones de dólares semanales
La Oficina de Presupuesto del Congreso estima que 750.000 funcionarios federales se encuentran en situación de desempleo parcial durante la paralización, con una pérdida de ingresos equivalente a 400 millones de dólares semanales. Los trabajadores federales no recibirán salario hasta que el cierre termine, aunque históricamente han recibido pagos retroactivos una vez resuelta la crisis.
La paralización afecta a múltiples departamentos y agencias federales, aunque funciones vitales como el ejército, el Servicio Postal, la Seguridad Social y los programas de cupones de alimentos continuarán operando. Sin embargo, la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, reveló que más de 200.000 agentes de su dependencia seguirán trabajando sin cobrar durante el cierre para garantizar la seguridad nacional, incluyendo más de 150.000 oficiales y casi 50.000 miembros de las fuerzas armadas.
Repercusiones en los mercados financieros
El cierre administrativo ha generado turbulencias inmediatas en los mercados globales. Los analistas de Renta4 advierten que «las Bolsas, en máximos, podrían acusar el posible retraso en la publicación de datos tan relevantes como el informe oficial de empleo o el IPC, claves para determinar el ritmo y cuantía de las bajadas de tipos de la Fed».
El vacío de datos macroeconómicos coincide con el inicio de octubre, creando incertidumbre adicional para los inversores. El índice Nikkei de la Bolsa de Tokio registró caídas del 0,8%, reflejando el deterioro del sentimiento en Wall Street.
El dólar estadounidense experimenta una depreciación significativa, con la firma Ebury señalando que el cierre «podría añadir una mayor sensación de caos político y degradación institucional, echando por tierra la reciente apreciación del dólar». El euro ha escalado desde 1,166 dólares a finales de la semana pasada hasta acercarse a los 1,18 dólares.
Por el contrario, los activos refugio han experimentado revalorizaciones notables. El oro ha pulverizado máximos históricos, aproximándose al umbral inédito de 3.900 dólares la onza, con una revalorización cercana al 5% desde finales de la semana anterior. El bitcoin también se ha beneficiado de la búsqueda de activos alternativos, remontando desde niveles inferiores a 110.000 dólares el domingo pasado hasta superar los 116.000 dólares, mientras los inversores perciben valor en activos descentralizados ante la degradación institucional.
El obstáculo procesal: la barrera de los 60 votos en el Senado
Aunque los republicanos controlan ambas cámaras del Congreso, el reglamento del Senado establece que un texto presupuestario requiere 60 votos de 100 senadores para su aprobación. Con 53 escaños republicanos, el partido de Trump necesita al menos siete votos demócratas, otorgando a la minoría un poder de veto efectivo sobre las leyes presupuestales.
Esta dinámica institucional convierte cada negociación presupuestaria en un ejercicio de construcción de consensos bipartidistas, algo particularmente difícil en el actual clima de polarización política.
La estrategia demócrata: del repliegue al enfrentamiento
Los demócratas enfrentan un dilema complejo. Cuando se planteó una situación similar en abril, optaron por evitar el «shutdown», pero fueron acusados de ceder ante Trump y mostrar pasividad. Esta vez han elegido la estrategia del enfrentamiento, defendiendo la financiación sanitaria como una línea roja infranqueable.
El líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer, publicó en su cuenta de X: «ES MEDIANOCHE. Esto significa que el bloqueo republicano acaba de comenzar porque se niegan a proteger la asistencia sanitaria de los estadounidenses. Seguiremos luchando por el pueblo estadounidense».
Esta postura firme, sin embargo, tiene un costo político potencial. Los millones de empleados federales afectados, hasta cuatro millones de personas según algunas estimaciones, forman parte sustancial del electorado demócrata. La decisión de mantener el cierre podría impactar negativamente en esta base electoral si la paralización se prolonga.
Las elecciones de 2026: el trasfondo electoral
El contexto político está marcado por las elecciones legislativas de mitad de mandato programadas para noviembre de 2026, donde estará en juego la mayoría republicana en el Congreso. Esta proximidad electoral aumenta la presión sobre ambos partidos para evitar que el cierre se prolongue excesivamente.
Las parálisis presupuestarias son extremadamente impopulares entre el electorado estadounidense, y tanto demócratas como republicanos intentan históricamente evitarlas, frecuentemente alcanzando acuerdos de última hora. El fracaso actual evidencia la profundidad de las divisiones y la dificultad de construir consensos en un ambiente político altamente polarizado.
Trump y el «laboratorio» del shutdown
Una reunión en la Casa Blanca el lunes entre el presidente Trump y los principales líderes republicanos y demócratas del Congreso no logró destrabar las negociaciones. El mandatario calificó de «locos» a los demócratas que acudieron a su despacho, alegando que pedían demasiado.
Analistas políticos sugieren que la administración Trump contempla utilizar este «shutdown» como una especie de laboratorio para probar su capacidad de reducción del aparato federal. El presidente ha generado controversia adicional al publicar en su plataforma Truth Social un montaje generado por inteligencia artificial del líder demócrata Hakeem Jeffries con bigote largo y sombrero mexicano, contenido denunciado como «racista» por el representante afectado.
Incertidumbre sobre la duración y escenarios futuros
No existe claridad sobre cuánto tiempo durará este cierre gubernamental. Si el bloqueo se extiende más allá de una o dos semanas, los analistas de Renta4 proyectan un impacto significativo en el mercado laboral, con un potencial repunte de la tasa de desempleo desde el actual 4,3% hasta el rango de 4,6%-4,7% en caso de prolongarse más de tres semanas.
El impacto económico se magnificará si las suspensiones temporales de funcionarios se convierten en despidos definitivos, un escenario que Trump ha dejado sobre la mesa como posibilidad real. La duración del cierre dependerá de la voluntad política de ambos partidos para ceder en sus posiciones o de la presión pública y económica que fuerce un compromiso.
Mientras tanto, los servicios federales esenciales continuarán operando, pero la mayoría de los programas gubernamentales permanecerán interrumpidos, el tráfico aéreo podría verse afectado, y el pago de numerosas ayudas sociales sufrirá graves perturbaciones, agregando presión social a una crisis que combina dimensiones políticas, económicas y electorales en partes iguales.