La plaza financiera argentina experimentó un viraje dramático durante la jornada de este martes, transformando lo que prometía ser una sesión de euforia y expectativa en un colapso generalizado de activos. El catalizador de esta reversión fue inequívoco: las declaraciones del presidente estadounidense Donald Trump, quien condicionó explícitamente el apoyo económico norteamericano al resultado de las próximas elecciones legislativas, introduciendo un factor de riesgo político que el mercado no había valorado adecuadamente en las horas previas.
La volatilidad histórica que caracteriza a los mercados argentinos se manifestó nuevamente con toda su crudeza. Entre las 15:00 y las 16:00 horas, hora de Argentina, el panorama de inversiones giró 180 grados, marcando una caída intradiaria superior al 10% en varios instrumentos y evidenciando la fragilidad de la confianza depositada en el gobierno libertario y sus aliados internacionales.
Un arranque prometedor truncado por declaraciones determinantes
La sesión bursátil había iniciado con claros signos de optimismo. El índice S&P Merval de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires operaba con una ganancia de aproximadamente 3% en las primeras horas de negociación, reflejando las expectativas del mercado respecto a los anuncios que pudieran surgir de la reunión entre Trump y el presidente Javier Milei en la Casa Blanca. Inversores y operadores especulaban con la posibilidad de que se revelaran los detalles de un potencial acuerdo de libre comercio o que se activara una porción del intercambio de monedas por 20.000 millones de dólares recientemente acordado entre ambas naciones.
Sin embargo, esta expectativa se desvaneció rápidamente cuando Trump realizó declaraciones que reorientaron por completo el cálculo de riesgo de los participantes del mercado. El mandatario estadounidense manifestó de manera explícita que su apoyo al presidente argentino estaba supeditado a su victoria electoral, expresando: «Estoy con Milei porque su ideología es correcta. Puede ganar o no. Creo que va a ganar. Si gana nos quedamos y si no gana nos vamos». Posteriormente añadió una advertencia adicional: «Si un socialista o un comunista gana, te sentís diferente sobre hacer una inversión. Si Milei pierde con un candidato de extrema izquierda, no seremos generosos con Argentina».
Estas afirmaciones, pronunciadas poco después de que se divulgaran datos de inflación de septiembre, funcionaron como un disparador inmediato para las operaciones de salida del mercado. La celeridad de la reacción fue notable: en menos de cinco minutos, según testimonios de operadores financieros, los bonos soberanos experimentaron caídas intradiarias cercanas al 10%, mientras que las acciones revertían completamente su tendencia alcista del inicio de la sesión.
La debacle de activos denominados en dólares
El impacto más severo se concentró en los bonos soberanos argentinos denominados en divisas extranjeras. Los Bonares —títulos de deuda emitidos bajo ley local pero con cláusulas de renovación— sufrieron retrocesos de magnitud significativa, con los papeles AL41D experimentando una caída de 8,23%. Los Bonos Globales, emitidos bajo ley de Nueva York, no quedaron exentos de la presión vendedora, registrando bajas de hasta 7,76% en el papel GD41D.
En el segmento de deuda soberana bajo ley neoyorquina, las pérdidas fueron prácticamente generalizadas. Los Globales 2030 (GD30) cedieron 6,8%, proporcionalmente acompañados por los GD35, que también retrocedieron 6,8%. Los GD29 experimentaron una caída más moderada de 3,29%, mientras que los GD46 fueron prácticamente la única excepción, registrando un débil avance de 1,5%. En el segmento de ley local, los AL30 bajaron 2,1%, los AL29 retrocedieron 3,9%, los AE38 cayeron 3,7% y los AL35 sufrieron una baja de 4,6%.
Esta reverberación en los instrumentos de deuda tuvo consecuencias directas sobre uno de los indicadores clave de riesgo soberano: el riesgo país argentino, que la semana anterior había cerrado en 932 puntos básicos, anticipa un nuevo incremento como reflejo de la incertidumbre inyectada por las condiciones impuestas por Washington.
El desplome del mercado accionario
El índice accionario general de Buenos Aires consiguió moderar su caída total del día a 2,1%, cerrando en 1.884.774 puntos. No obstante, este dato agregado oculta una realidad más virulenta en el panel principal de empresas de mayor volumen. El cierre del S&P Merval registró un retroceso del 3,7% en pesos, equivalente a una depreciación de 6,1% una vez ajustado por el dólar contado con liquidación.
Entre las compañías que sufrieron las caídas más pronunciadas se encontraron Metrogas, que desplomó 11,4% de su valuación; Transener, con una baja de 9,5%; Banco Supervielle, que cayó 7,7%; y la Transportadora de Gas del Norte, que retrocedió 6,7%. Estos retrocesos reflejaron no solo la aversión al riesgo país desencadenada por las declaraciones de Trump, sino también la particular vulnerabilidad de las empresas de servicios e infraestructura a cambios en la percepción sobre la estabilidad macroeconómica.
La magnitud del colapso en papeles cotizados internacionalmente
Las acciones argentinas que cotizan en los mercados estadounidenses bajo la forma de Recibos de Depósito Americanos (ADR) experimentaron caídas de envergadura comparable. Banco Supervielle lideró las pérdidas con un retroceso de 8,1%, seguido por Central Puerto y la Transportadora de Gas del Sur, ambas con bajas del 6,3%. Grupo Financiero Galicia cedió 6%, mientras que YPF, tras haber operado al alza durante la sesión temprana, cerró con un desplome de entre 4,45% y 5,8%, dependiendo del momento exacto del cierre.
Otros papeles relevantes como Pampa Energía retrocedieron 5,16%, completando un panel de pérdidas prácticamente generalizado que reflejaba la reevaluación de riesgo que el mercado global estaba realizando sobre los activos argentinos en tiempo real.
La reconfiguración del mercado cambiario: presión al alza del dólar
El mercado de divisas experimentó una dinámica más compleja, con diferentes segmentos reflejando distintos niveles de presión especulativa. El dólar mayorista oficial cerró a $1.356,38, representando una suba de $7,14 (+0,53%) respecto a la rueda anterior. Este incremento moderado reflejó las intervenciones del Tesoro estadounidense que habían sido anunciadas días previos, las cuales mantenían cierta contención en los tipos de cambio más regulados.
Sin embargo, los segmentos financieros de mayor libertad exhibieron presiones alcistas más significativas. El dólar MEP, que opera en el mercado de capitales hasta las 17:00 horas, cerró a $1.454,99, representando un avance de $45,07 (+3,2%) frente a la sesión anterior. El dólar contado con liquidación (CCL), utilizado por las corporaciones para girar divisas al exterior, trepó $35,22 y se ubicó en $1.475,34 (+2,4%). Esta presión alcista en los segmentos financieros ensanchó nuevamente la brecha entre el CCL y el dólar mayorista oficial, llevándola a 8,7%, un reflejo de la desconfianza sobre la continuidad del esquema de intervención estatal.
En el mercado informal, el dólar blue se negoció a $1.420, con una suba de $15 (+1,2%), manteniéndose relativamente contenido por la presencia de precio fijo del dólar minorista oficial en la plaza comercial. El dólar minorista oficial cerró en las pizarras del Banco Nación a $1.385, con un incremento diario de $10 (+0,7%), mientras que el precio promedio en las entidades bancarias se ubicó en $1.392,40.
La reinterpretación de los acuerdos bilaterales: condicionalidad electoral como factor determinante
La profundidad del cambio en la percepción de mercado radicó fundamentalmente en la reinterpretación del acuerdo bilateral entre Argentina y Estados Unidos. Días previos, Washington había demostrado su respaldo mediante intervenciones directas en el mercado cambiario argentino, destinadas a contener la depreciación del peso y a aliviar presiones sobre las reservas del Banco Central. El acuerdo de intercambio de monedas por 20.000 millones de dólares había sido interpretado por los participantes del mercado como un respaldo incondicional al gobierno de Milei.
Las declaraciones de Trump demolieron esa interpretación de una manera prácticamente instantánea. Al condicionar la continuidad de la asistencia financiera al resultado electoral, el mandatario estadounidense introdujo un factor de riesgo político que reconfiguró completamente la ecuación de inversión. Trump fue explícito también respecto a otros potenciales beneficios, manifestando que acuerdos de libre comercio e inversiones en sectores estratégicos como el litio, la energía y el cobre también estarían subordinados al desempeño electoral de Milei.
Esta condicionalidad, comunicada a menos de dos semanas de los comicios legislativos, transmitió un mensaje inequívoco: la supervivencia económica y política del gobierno libertario depende de su capacidad para garantizar un triunfo electoral y mantener alineamiento con la agenda de Washington. El mercado, en su sabiduría colectiva, instantáneamente revaluó el riesgo de un cambio de gobierno o de políticas que se alejaran del programa económico actual.
El contexto de volatilidad histórica y percepción de riesgo sistémico
Analistas consultados no dudaron en caracterizar los movimientos del día como reflejos de una volatilidad «absolutamente histórica» en los mercados argentinos. Damián Palais, asesor financiero de Cocos Gold, describió la dinámica de mercado con crudeza: «El día estaba siendo muy positivo, con expectativa y euforia. Hasta que Trump dijo que si Milei perdía ‘no seremos generosos’. Ahí es donde el mercado se desplomó en menos de cinco minutos, con los bonos cayendo 10% intradiario en cuestión de minutos, también las acciones».
Según el especialista, el mercado había estado preciosando un acuerdo de envergadura sin precedentes, potencialmente incluyendo un tratado de libre comercio, que no se concretó. Esta brecha entre expectativa y realidad magnificó la amplitud de la corrección. Palais también señaló que la volatilidad experimentada en las elecciones de la provincia de Buenos Aires —con movimientos de más del 30% a la alza en una semana y caídas similares en la siguiente— evidencia la fragilidad de los mercados financieros argentinos y su extrema sensibilidad a eventos políticos.
Las implicancias estructurales de la intervención política en la confianza inversora
El episodio de volatilidad de este martes ilustra un desafío fundamental para la economía argentina: la dependencia crítica del respaldo financiero externo y la percepción de que este apoyo está condicionado a factores políticos internos fuera del control de los inversores privados. Esta estructura de dependencia, combinada con la proximidad electoral, genera un ambiente de incertidumbre que dificulta la toma de decisiones de inversión a largo plazo.
La reacción del mercado también pone de relieve la asimetría informativa que enfrentan los participantes: mientras que las autoridades argentinas y estadounidenses negociaban en Washington, el mercado local operaba bajo supuestos que fueron invalidados en cuestión de minutos. Esta desconexión entre la información disponible para los responsables de políticas y la procesada por los participantes de mercado genera fricciones y distorsiones que amplían la volatilidad.
Perspectivas hacia adelante: incertidumbre electoral y sostenibilidad del programa económico
A menos de dos semanas de los comicios legislativos, el gobierno de Milei enfrenta un panorama de mercados altamente sensibilizados respecto a los resultados electorales. La vinculación explícita entre el apoyo estadounidense y el desempeño electoral introduce un mecanismo de retroalimentación potencialmente perverso: cuanto mayor sea la incertidumbre sobre los resultados, mayor será la volatilidad de mercado, lo cual tiende a deteriorar las condiciones financieras y a afectar la percepción sobre la viabilidad del programa económico.
Las autoridades monetarias y fiscales argentinas enfrentan así un dilema complejo. El Banco Central debe mantener sus intervenciones en el mercado cambiario para contener presiones especulativas, pero estas intervenciones consumen reservas de divisas que son críticas para la sostenibilidad del esquema de estabilización. Simultáneamente, cualquier señal de debilidad electoral amplificaría las presiones sobre los mercados financieros, generando un círculo vicioso difícil de revertir en el corto plazo.
El costo político de la dependencia económica
El episodio de este martes en los mercados argentinos constituye un recordatorio contundente de las vulnerabilidades estructurales de una economía que depende críticamente del financiamiento externo y cuya estabilidad macroeconómica está supeditada a decisiones políticas de gobiernos extranjeros. Las declaraciones de Trump, aunque operaron como catalizador inmediato de la volatilidad, revelan una realidad más profunda: la capacidad de Argentina para acceder a financiamiento externo en condiciones favorables está condicionada no solo a la aplicación de políticas económicas ortodoxas, sino también a la capacidad de su gobierno para mantener alineamientos políticos específicos.
El mercado, en su dinámica de repricing, simplemente reflejó esta realidad económica y política. Con el resultado electoral aún por definirse, los próximos días serán críticos para determinar si las tensiones manifestadas este martes se moderarán o si, por el contrario, la volatilidad se perpetuará como una característica estructural de la economía argentina en el corto y mediano plazo.