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China impone aranceles de hasta el 42,7% a los lácteos europeos en medio de la escalada de tensiones comerciales con la Unión Europea

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Pekín ha anunciado la imposición de aranceles provisionales de entre el 21,9% y el 42,7% a determinados productos lácteos procedentes de la Unión Europea, una medida que entrará en vigor el 23 de diciembre y que agrava la disputa comercial entre ambas potencias económicas. La decisión, enmarcada en una investigación antisubvenciones iniciada en agosto de 2024, afecta a una amplia gama de productos —quesos frescos, cuajadas, quesos procesados, quesos azules, leche y ciertos tipos de nata— y representa un nuevo capítulo en el deterioro de las relaciones económicas entre China y el bloque europeo.

Las conclusiones de la investigación china y la respuesta de Bruselas

El Ministerio de Comercio de China sostiene que sus conclusiones preliminares demuestran que los productos lácteos europeos investigados reciben subvenciones y que estas han causado un «daño sustancial» a la industria láctea nacional. Según las autoridades chinas, existe una «relación de causalidad» entre ambos factores, lo que justifica la adopción de medidas compensatorias. La investigación, realizada a petición de la Asociación Láctea de China y la Asociación de la Industria Láctea de China, analizó importaciones realizadas entre abril de 2023 y marzo de 2024, evaluando sus efectos sobre el sector doméstico durante el período 2020-2024.

Entre los programas de ayudas europeas citados figuran subvenciones a la conservación ecológica, apoyo a jóvenes agricultores, ayudas al almacenamiento de productos lácteos y fondos para el desarrollo rural, implementados en países como Irlanda, Austria, Bélgica, Italia, Croacia, Finlandia, Rumanía y República Checa. Pekín afirma haber conducido la indagatoria bajo principios de «equidad, imparcialidad, apertura y transparencia», respetando tanto la legislación china como las normas de la Organización Mundial del Comercio.

La Comisión Europea, sin embargo, rechaza categóricamente estas conclusiones. El portavoz Olof Gill declaró que el análisis del ejecutivo europeo concluye que «esta investigación se basa en alegaciones discutibles y pruebas insuficientes, y que, por lo tanto, las medidas son injustificadas e infundadas». Ya en septiembre de 2024, Bruselas había llevado el caso ante la Organización Mundial del Comercio, cuestionando desde el inicio la base metodológica de la investigación china. El comisario europeo de Comercio, Valdis Dombrovskis, reiteró entonces que las pesquisas carecían de sustento probatorio sólido.

Impacto diferenciado por empresas y países: España en el punto de mira

Los aranceles provisionales presentan una estructura escalonada que refleja el nivel de supuestas subvenciones recibidas por cada empresa. La italiana Sterilgarda Alimenti enfrenta el gravamen más bajo, del 21,9%, mientras que diversas filiales neerlandesas de FrieslandCampina soportarán el arancel máximo del 42,7%. Para las compañías españolas —Campo de San Juan, CAPSA, Innolact, Lácteos Industriales Agrupados e Industrias Lácteas de Mollerusa— se ha fijado un arancel del 28,6%, situándose en el tramo intermedio de la escala.

La Federación Nacional de Industrias Lácteas de España (FENIL) manifestó que la medida les ha tomado por sorpresa y que se encuentran evaluando sus efectos inmediatos. En un comunicado, la organización destacó que, si bien el arancel español se ubica en el tramo más bajo, «la dificultad que ahora se pone sobre la mesa para acceder al mercado chino, podría generar efectos no deseados en el mercado europeo y español que ya se encuentra sometido a una fuerte presión».

Los datos comerciales revelan la magnitud del golpe para el sector español. España exportó productos lácteos a China por valor de 96 millones de dólares (aproximadamente 82 millones de euros) en 2024, un 4,3% menos que el año anterior, según cifras del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Los lácteos constituyen el quinto producto español de exportación agroalimentaria a China, por detrás de los cárnicos, el aceite de oliva, las bebidas alcohólicas y los productos pesqueros. Las ventas agroalimentarias totales de España al mercado chino sumaron 2.130 millones de dólares (1.968 millones de euros) en 2024, lo que representa una caída anual del 13,2%, atribuible principalmente al descenso en la exportación de porcino.

Francia lidera la tabla de exportadores europeos de lácteos a China y emerge como el país más afectado por estas medidas, seguida por Italia, Dinamarca, Países Bajos y España, según datos de la Administración General de Aduanas del país asiático. Para el conjunto de la Unión Europea, las exportaciones agroalimentarias a China alcanzaron 14.039 millones de euros en 2024, una reducción del 8,24% frente al año anterior. Los productos lácteos representaron el 10% del total exportado, ubicándose detrás de los productos de molinería (19%), cárnicos (16%) y vinos y bebidas alcohólicas (13%).

Un contexto de guerra comercial: del porcino a los vehículos eléctricos

La imposición de aranceles a los lácteos europeos no constituye un hecho aislado, sino que se inscribe en un patrón de medidas comerciales restrictivas adoptadas por Pekín en respuesta a las políticas de Bruselas. A mediados de diciembre, China ya había anunciado aranceles de entre el 4,9% y el 19,8% sobre las importaciones de carne de cerdo de la Unión Europea por un período de cinco años, tras otra investigación por presunta competencia desleal. Estos gravámenes, que entraron en vigor el 17 de diciembre, suponen una reducción significativa respecto a los aranceles temporales del 15,6% al 62,4% que estaban vigentes desde septiembre.

El trasfondo de esta escalada se encuentra en las fricciones por el sector de los vehículos eléctricos. La Unión Europea impuso tasas sobre los automóviles eléctricos chinos, alegando que estos se benefician de subvenciones estatales que distorsionan la competencia en el mercado europeo. China ha interpretado estas medidas como proteccionismo encubierto y ha respondido con investigaciones y aranceles sobre productos agrícolas europeos, utilizando el comercio agroalimentario como palanca de presión política.

Esta dinámica de represalias cruzadas plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de las relaciones comerciales entre dos de los mayores bloques económicos del mundo. Mientras Pekín sostiene que sus investigaciones se ajustan a las normas de la OMC y responden a denuncias legítimas de su sector productivo, Bruselas considera que se trata de medidas de retorsión carentes de fundamento técnico. La controversia ha sido elevada al sistema de solución de diferencias de la Organización Mundial del Comercio, aunque los plazos de este mecanismo son largos y su eficacia ha sido cuestionada en años recientes.

Mecanismo de aplicación: depósitos en garantía y próximos pasos

Los aranceles provisionales operarán mediante un sistema de «depósitos compensatorios» o «depósitos en garantía» que los importadores europeos deberán abonar en las aduanas chinas. El monto a pagar se calculará en función del valor de la mercancía importada y del porcentaje arancelario específico asignado a cada empresa exportadora. Este mecanismo permite a las autoridades chinas asegurar el cobro de los gravámenes mientras se completa la investigación, cuya conclusión definitiva está prevista para febrero de 2025.

La aplicación de medidas provisionales es una práctica habitual en investigaciones antisubvenciones y antidumping, diseñada para evitar que continúe ingresando al mercado doméstico mercancía supuestamente subsidiada mientras se determina si las prácticas comerciales investigadas efectivamente causan daño a la industria nacional. Sin embargo, su uso también puede interpretarse como una herramienta de presión política, especialmente cuando las investigaciones son cuestionadas por la contraparte por falta de rigurosidad metodológica.

La decisión final de la investigación, esperada para el próximo febrero, determinará si estos aranceles provisionales se convierten en permanentes, se modifican o se retiran. Hasta entonces, los exportadores europeos enfrentan un período de incertidumbre que complica la planificación comercial y puede llevar a algunos operadores a buscar mercados alternativos para sus productos lácteos. La pregunta central es si esta medida obedece genuinamente a consideraciones de defensa comercial o si forma parte de una estrategia más amplia de respuesta a las políticas europeas hacia China.

Implicaciones para el mercado lácteo europeo y español

Más allá del impacto directo sobre las exportaciones a China, los aranceles pueden generar efectos en cascada sobre el mercado lácteo europeo. Si los productos que antes se destinaban al mercado chino buscan ahora salida en Europa, podría producirse una presión a la baja sobre los precios domésticos, afectando la rentabilidad de toda la cadena productiva. Esta preocupación fue expresada explícitamente por FENIL al advertir sobre posibles «efectos no deseados» en un mercado que ya enfrenta presiones significativas.

El sector lácteo europeo atraviesa un momento delicado, con costos de producción elevados derivados del encarecimiento de la energía y los insumos, y con márgenes comprimidos que limitan la capacidad de las empresas para absorber shocks externos. La pérdida de competitividad en un mercado estratégico como el chino, donde el crecimiento de la clase media ha impulsado la demanda de productos lácteos de calidad, representa un golpe considerable para un sector que había apostado por la internacionalización como vía de crecimiento.

Para España, cuyas exportaciones lácteas a China ya habían experimentado un descenso del 4,3% en 2024, los nuevos aranceles agudizan una tendencia preocupante. El sector se enfrenta ahora al desafío de diversificar mercados y buscar alternativas que compensen la pérdida de acceso competitivo al mercado chino. Sin embargo, encontrar destinos con capacidad de absorción comparable y disposición a pagar precios que mantengan la rentabilidad no será tarea sencilla en un contexto de desaceleración económica global.

La situación también plantea interrogantes sobre la estrategia comercial de la Unión Europea. ¿Hasta qué punto está dispuesto el bloque a sostener medidas restrictivas sobre productos chinos si el costo se traslada a sectores vulnerables como el agroalimentario? ¿Existen mecanismos de compensación o apoyo para los sectores afectados por represalias comerciales? Estas preguntas cobran especial relevancia en un momento en que la cohesión interna de la Unión Europea enfrenta múltiples desafíos y donde los intereses sectoriales y nacionales no siempre convergen con facilidad.

Un episodio más en la reconfiguración del orden comercial global

Los aranceles chinos a los lácteos europeos trascienden su impacto sectorial inmediato y deben entenderse en el contexto más amplio de la reconfiguración del orden comercial global. La relación entre China y la Unión Europea ha evolucionado desde una fase de cooperación económica relativamente fluida hacia una etapa de creciente rivalidad estratégica, donde las consideraciones geopolíticas pesan cada vez más en las decisiones comerciales.

Esta dinámica refleja tensiones más profundas sobre modelos económicos, subsidios industriales, acceso a mercados y reciprocidad. Mientras China defiende su derecho a apoyar sectores estratégicos como parte de su política industrial, la Unión Europea argumenta que tales prácticas distorsionan la competencia y perjudican a sus productores. El problema radica en que ambas partes practican formas de apoyo estatal a sus industrias, aunque con mecanismos y grados de transparencia diferentes, lo que dificulta establecer un terreno común para la negociación.

El sistema multilateral de comercio, encarnado en la Organización Mundial del Comercio, muestra limitaciones crecientes para arbitrar estas disputas. Los procedimientos son lentos, las resoluciones frecuentemente llegan cuando el daño económico ya se ha consolidado, y la capacidad de hacer cumplir las decisiones depende en última instancia de la voluntad política de las partes. En este vacío, las medidas unilaterales y las represalias cruzadas se vuelven más frecuentes, erosionando progresivamente la predictibilidad que caracterizó el comercio internacional en décadas anteriores.

Para los exportadores europeos de lácteos, estos debates abstractos tienen consecuencias muy concretas: aranceles del 28,6% al 42,7% que comprometen su competitividad y ponen en riesgo empleos y modelos de negocio. La resolución de esta controversia específica dependerá tanto de los resultados de la investigación china como de la capacidad de ambas partes para encontrar vías de negociación que permitan desescalar las tensiones. Mientras tanto, el sector lácteo europeo deberá adaptarse a un entorno comercial más hostil y buscar estrategias que mitiguen su vulnerabilidad frente a las turbulencias geopolíticas.