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miércoles, abril 30, 2025

Caída histórica de los precios de materias primas amenaza con desestabilizar economías en desarrollo

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Previsión del Banco Mundial anticipa una reducción del 12% en 2025 y 5% adicional en 2026

La economía global enfrenta un nuevo desafío mientras los precios de las materias primas se encaminan hacia su mayor caída en seis años, según revela el más reciente informe «Commodity Markets Outlook» del Banco Mundial. Las proyecciones indican una reducción del 12,4% para 2025, seguida de un descenso adicional del 4,8% en 2026, lo que llevará estos precios a niveles no vistos desde 2020.

«El débil crecimiento económico coincide con un abundante suministro de petróleo, lo que previsiblemente reducirá los precios mundiales de las materias primas a su nivel más bajo de la década de 2020», señala el documento publicado este martes (29.04.2025). Esta tendencia marca el fin del auge impulsado por la recuperación post-pandemia y la invasión rusa de Ucrania en 2022.

El petróleo encabeza la caída con perspectivas poco alentadoras

El caso más emblemático de esta tendencia bajista es el del petróleo. Tras experimentar un desplome de más de 12 dólares por barril en apenas cuatro días durante abril, el precio del crudo Brent se ha estabilizado en aproximadamente 64 dólares, muy por debajo de los niveles registrados en 2024.

Se espera que el precio del petróleo Brent promedie 64 dólares por barril en 2025 (una disminución de 17 dólares respecto a 2024) y caiga hasta los 60 dólares en 2026. Esta proyección se fundamenta en factores estructurales como el débil crecimiento del consumo y el auge de los vehículos eléctricos, que continúan debilitando la demanda global. El informe incluso anticipa que este año la oferta superará la demanda en 700.000 barriles diarios.

En China, por ejemplo, más del 40% de los automóviles nuevos vendidos en 2024 fueron eléctricos o híbridos, evidenciando un cambio estructural en el consumo energético global.

Metales industriales: víctimas de la desaceleración económica

Los metales y minerales no escapan a esta tendencia. El Banco Mundial estima que sus precios caerán un 10% en 2025 y un 3% adicional en 2026, con reducciones significativas en cobre, aluminio, zinc y hierro. Aunque la oferta continuará creciendo, la menor actividad industrial global, especialmente en economías como China, afectará considerablemente la demanda.

El cobre, elemento esencial para la industria eléctrica, podría perder hasta un 19% de su valor frente a 2024 si el escenario económico empeora más de lo previsto. Además, la persistente debilidad del sector inmobiliario chino y las crecientes tensiones comerciales contribuyen a este panorama desfavorable.

El oro brilla como excepción en medio de la incertidumbre

En contraste con la tendencia general, el oro se perfila como una excepción notable. La proyección estima que su precio promedio alcanzará un nuevo récord este año antes de estabilizarse en 2026, manteniéndose aproximadamente un 150% por encima del promedio de los cinco años anteriores a la pandemia.

El Banco Mundial recuerda que el oro posee un estatus especial entre los activos financieros, y su precio suele aumentar durante períodos de incertidumbre geopolítica y política, incluyendo conflictos. Esta característica lo convierte en un refugio seguro para los inversores en tiempos turbulentos como los actuales.

Sector agrícola: caídas más moderadas con excepciones notables

En el ámbito agrícola, se espera una reducción más moderada: 1% en 2025 y 3% en 2026. El informe destaca que los precios del café y el cacao alcanzaron niveles récord a principios de 2025, pero se prevé que disminuyan gradualmente a medida que mejoren las condiciones climáticas en África Occidental y Brasil.

Por otro lado, el precio del arroz experimentará una reducción gracias al aumento de la oferta en Asia, mientras que el maíz y el trigo podrían enfrentar mercados más ajustados en los próximos meses.

Volatilidad sin precedentes: la nueva normalidad

El Banco Mundial advierte que la volatilidad de los precios de las materias primas ha sido la mayor de cualquier década anterior desde al menos 1970. Los ciclos de auge y caída se han vuelto particularmente intensos en la década de 2020, un fenómeno que puede perjudicar la disciplina fiscal en numerosas economías.

«Los precios de las materias primas han fluctuado considerablemente a lo largo de la década de 2020: se desplomaron con la llegada de la pandemia de Covid-19, alcanzaron máximos históricos tras la invasión rusa de Ucrania y volvieron a caer», afirmó Ayhan Kose, economista jefe adjunto y director del Grupo de Perspectivas del Grupo Banco Mundial.

Entre 1970 y 2020, la duración promedio de estos ciclos era de aproximadamente cuatro años, con caídas algo más largas que auges. Sin embargo, en los últimos cinco años, esta duración se ha reducido a la mitad, evidenciando un entorno cada vez más inestable.

Impacto en la inflación y economías en desarrollo

La caída en los precios de las materias primas desde 2023 ha contribuido significativamente a contener la inflación global. Por ejemplo, el aumento repentino de los precios energéticos añadió más de 2 puntos porcentuales a la inflación mundial en 2022. Posteriormente, la disminución de estas tarifas en 2023 y 2024 contribuyó a reducir los índices de precios al consumidor.

El Banco Mundial estima que solo el efecto de los precios energéticos podría recortar hasta 0,35 puntos porcentuales a la inflación mundial este año. Esta tendencia a la baja podría mitigar algunos efectos del aumento de aranceles en los precios de las principales economías.

Sin embargo, Indermit Gill, economista jefe y vicepresidente sénior de Economía del Desarrollo del Grupo Banco Mundial, advierte que «el aumento de los precios de las materias primas ha beneficiado a muchas economías en desarrollo, dos tercios de las cuales son exportadoras». Por tanto, la combinación de alta volatilidad y bajos precios podría provocar serios problemas económicos.

Recomendaciones para las economías vulnerables

Ante este panorama desafiante, el Banco Mundial recomienda a las economías en desarrollo adoptar tres medidas fundamentales para protegerse:

  1. Restablecer la disciplina fiscal para crear un amortiguador contra la volatilidad.
  2. Crear un entorno más favorable para las empresas que permita atraer capital privado.
  3. Liberalizar el comercio en todos los ámbitos posibles para diversificar fuentes de ingresos.

«En una era de tensiones geopolíticas, creciente demanda de minerales críticos y desastres naturales más frecuentes, esto podría convertirse en la nueva normalidad», advierte Kose. «Para sortear con éxito las fluctuaciones constantes de los precios de las materias primas, las economías en desarrollo deberán generar margen fiscal, fortalecer sus instituciones y mejorar el clima de inversión para facilitar la creación de empleo».

La confluencia de tensiones comerciales, conflictos geopolíticos y frecuentes shocks climáticos sugiere que esta volatilidad podría convertirse en un rasgo permanente del panorama económico global, obligando a los países a adaptarse a un entorno cada vez más impredecible.

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