Las tensiones comerciales entre Brasil y Estados Unidos han alcanzado un punto crítico tras la implementación de aranceles del 50% a productos brasileños por parte de la administración Trump, una medida que ha desatado un complejo debate sobre el control de recursos minerales estratégicos y la soberanía nacional. En medio de esta escalada, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha adoptado una postura firme, rechazando categóricamente utilizar las vastas reservas de tierras raras del país como moneda de cambio en las negociaciones comerciales.

Diplomacia mineral en el centro del conflicto comercial

El decreto ejecutivo estadounidense, que formalizó el aumento arancelario del 40% respecto al 10% anunciado previamente el 9 de julio, no entrará en vigor hasta el 6 de agosto, proporcionando un margen temporal para las negociaciones. Esta extensión ha sido interpretada como una señal de que Washington mantiene la puerta abierta al diálogo, particularmente en torno a los minerales estratégicos que Brasil posee en abundancia.

El Ministro de Asuntos Exteriores brasileño, Mauro Vieira, se reunió con el Secretario de Estado estadounidense Marco Rubio para reiterar la disposición de Brasil a negociar, mientras que una delegación parlamentaria brasileña concluyó una misión en Washington donde empresarios estadounidenses dejaron claro que Brasil debe «retomar el diálogo de asociación con Estados Unidos, que lleva suspendido al menos tres años».

La presión se ha intensificado con la sanción del Departamento del Tesoro contra Alexandre de Moraes, juez del Tribunal Supremo Federal brasileño, medida que forma parte de una estrategia más amplia para alejar a Brasil de la órbita china y rusa. Adicionalmente, una nueva ley bipartidista en el Congreso estadounidense podría permitir sanciones contra todos los países que mantienen relaciones comerciales con Rusia en un plazo de 90 días.

Brasil como potencia mineral en disputa geopolítica

Brasil posee la segunda mayor reserva mundial de tierras raras con 21 millones de toneladas, frente a los 44 millones de China, según el Servicio Geológico de Estados Unidos. El país también cuenta con la mayor reserva mundial de grafito, la segunda de tierras raras y la tercera de níquel, además de vastas reservas de niobio, litio, cobre, manganeso, uranio y cobalto.

Las tierras raras, un grupo de 17 elementos químicos esenciales para la industria tecnológica avanzada, son fundamentales para la producción de imanes permanentes utilizados en teléfonos móviles, ordenadores, vehículos eléctricos, turbinas eólicas y equipos militares. La Agencia Internacional de la Energía proyecta que la demanda de litio podría aumentar cinco veces para 2040, mientras que la demanda de grafito y níquel se duplicará.

Contradicciones entre soberanía y realidad productiva

A pesar de sus enormes reservas, Brasil produjo apenas 20 toneladas de tierras raras en 2024, una fracción insignificante de las 390.000 toneladas producidas mundialmente. Esta paradoja ilustra la distancia entre el potencial de las reservas y la capacidad de producción actual. China, con una producción de 270.000 toneladas en 2024, domina completamente el mercado mundial y utiliza esta posición como palanca en las negociaciones internacionales.

Paradójicamente, mientras Lula defiende la soberanía sobre estos recursos, las exportaciones brasileñas de tierras raras a China se han triplicado desde principios de año, alcanzando 6,7 millones de dólares. Actualmente, Brasil exporta principalmente materia prima por carecer de tecnologías de refinado a escala industrial, una limitación que China superó mediante una decisión estratégica tomada hace décadas para dominar toda la cadena de producción.

Avance de intereses chinos en el sector minero brasileño

La presencia china en la minería brasileña se ha intensificado significativamente. En noviembre de 2024, la empresa estatal China Nonferrous Metal Mining adquirió la minera Taboca en la Amazonía por 340 millones de dólares. En febrero de 2025, MMG Singapore Resources, filial de la china MMG, compró las minas de hierro-níquel de Barro Alto y Niquelândia por 500 millones de dólares. Adicionalmente, la empresa china Baiyin adquirió una planta de cobre en Alagoas, mientras que la automotriz BYD obtuvo derechos de exploración de litio en Minas Gerais.

Tensiones en el sector automotriz como reflejo del conflicto mayor

El enfrentamiento se extiende al sector automotriz, donde BYD ha solicitado al gobierno brasileño una reducción de impuestos de importación para vehículos semi-montados y desmontados, del 20% al 10% para híbridos y del 18% al 5% para eléctricos. Esta petición ha generado una reacción fuerte del sector, con Volkswagen, Toyota, Stellantis y General Motors enviando una carta a Lula advirtiendo que estos incentivos perjudican al sector nacional y podrían provocar la revisión de inversiones por 180.000 millones de reales (32.267 millones de dólares).

Política nacional de minerales estratégicos en desarrollo

El Ministerio de Minas y Energía está desarrollando una política nacional que será sometida a la aprobación de Lula en los próximos meses para potenciar la exploración y procesamiento de minerales estratégicos. El presidente ha anunciado la creación de un consejo de política mineral ligado directamente a la Presidencia de la República y una «comisión ultraespecial» para evaluar las riquezas del suelo y subsuelo, destacando que el 70% del territorio brasileño aún no ha sido evaluado.

Desafíos de inversión y desarrollo tecnológico

Los expertos señalan que tanto Estados Unidos como Brasil necesitarían inversiones significativas en investigación y desarrollo para reducir el dominio chino. José Carlos Martins, directivo de Cedro Mineração y ex-empleado de Vale, estima que incluso Estados Unidos necesitaría de tres a cuatro años para desarrollar capacidad real de procesamiento de tierras raras.

El sector privado brasileño expresa preocupaciones sobre la creciente influencia política en el sector minero. Un inversionista brasileño, bajo condición de anonimato, señaló que «los gobiernos insisten en la narrativa de la soberanía nacional al hablar de la minería», lo que no proporciona la seguridad necesaria para que inversores y empresas privadas desarrollen proyectos.

Perspectivas futuras y posiciones consolidadas

El Servicio Geológico de Brasil mantiene que el país tiene potencial para convertirse en el mayor productor mundial de tierras raras, pero reconoce la necesidad de superar limitaciones tecnológicas y logísticas. Estudios geológicos han detectado reservas estratégicas en la cuenca del río Parnaíba y Brasil reclama ante las Naciones Unidas el reconocimiento de la Elevación del Río Grande, una zona submarina rica en minerales estratégicos.

La Cámara de Comercio de Estados Unidos ha solicitado la suspensión de los aranceles sobre productos brasileños, mientras que el ministro brasileño Fernando Haddad había sugerido la posibilidad de acuerdos de cooperación con Estados Unidos para tecnologías avanzadas, posición que contrasta con la línea dura adoptada por Lula.

Definición de soberanía nacional frente a presiones externas

La posición de Lula refleja una estrategia de política exterior que prioriza el control nacional sobre recursos estratégicos por encima de concesiones comerciales inmediatas. «Si son tan importantes, los tomaré para mí. ¿Por qué debería dárselos a otro?», declaró el presidente, enfatizando que estos recursos «son del pueblo brasileño» y deben generar riqueza para el país.

Esta postura se enmarca en un contexto geopolítico más amplio donde el control de minerales estratégicos se ha convertido en un elemento central de la competencia entre potencias mundiales. Trump ha priorizado el acceso a estos recursos desde su retorno a la Casa Blanca, como evidencian sus intentos de influir en Ucrania para acceder a sus reservas de tierras raras.

El desarrollo de esta crisis comercial y diplomática definirá no solo las relaciones bilaterales entre Brasil y Estados Unidos, sino también el papel de Brasil como potencia emergente en el nuevo orden geopolítico mundial, donde el control de recursos estratégicos determina cada vez más las relaciones de poder internacionales.