Tras dos jornadas de intensas negociaciones en Kuala Lumpur, Washington y Beijing han logrado sentar las bases de un acuerdo comercial que podría marcar un punto de inflexión en la prolongada disputa económica entre ambas potencias. El entendimiento preliminar aborda cuestiones críticas como las restricciones a las exportaciones de tierras raras, la compra de productos agrícolas estadounidenses y la suspensión del incremento arancelario del 100% que amenazaba con entrar en vigor el 1 de noviembre.
Marco negociador que abre paso a la cumbre bilateral del 30 de octubre
Las conversaciones desarrolladas en la capital malasia, en el marco de la sexta cumbre de líderes de la ASEAN, representan la quinta ronda de negociaciones presenciales desde mayo. El representante de Comercio Internacional de China, Li Chenggang, quien también ocupa el cargo de viceministro de Comercio, calificó las discusiones como «constructivas» y confirmó que ambas delegaciones exploraron «propuestas adecuadas para abordar las preocupaciones mutuas».
Según declaraciones recogidas por la agencia Xinhua, el funcionario chino subrayó que Estados Unidos mantuvo una postura «firme» durante las negociaciones, mientras que Beijing «defendió con determinación» sus intereses nacionales. Li advirtió que el siguiente paso requiere que cada parte cumpla con sus respectivos procedimientos internos de aprobación, dejando claro que el acuerdo aún no está formalizado.
El secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, expresó mayor optimismo al afirmar que se han establecido «bases muy sólidas» para un encuentro exitoso entre Donald Trump y Xi Jinping, programado para el 30 de octubre en Corea del Sur, durante la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en Gyeongju. Sin embargo, mientras la Casa Blanca ha confirmado oficialmente la reunión, las autoridades chinas no han emitido aún una confirmación formal del encuentro.
Tierras raras y productos agrícolas: los ejes del acuerdo provisional
El núcleo del entendimiento alcanzado gira en torno a dos cuestiones fundamentales que han generado fricciones significativas en los últimos meses. Por un lado, China habría aceptado retrasar durante un año la implementación de su nuevo régimen de licencias para la exportación de minerales de tierras raras e imanes, mientras reevalúa esta política que impuso restricciones adicionales a mediados de octubre.
Por otro lado, Beijing se comprometería a reanudar la compra masiva de soya estadounidense durante varios años, después de haber suspendido estas adquisiciones en septiembre. Esta medida constituye una de las principales demandas de Washington, que busca garantizar mercados para su producción agrícola y reducir el déficit comercial bilateral.
Bessent confirmó en declaraciones al programa This Week de la cadena ABC que el acuerdo evita, al menos temporalmente, el incremento del 100% en los aranceles sobre productos chinos que Trump había amenazado con implementar a partir del 1 de noviembre. «Creo que lo hemos evitado», aseguró el secretario del Tesoro, añadiendo que Beijing retomará «compras agrícolas sustanciales».
Agenda amplia: fentanilo, tarifas portuarias y comercio bilateral
Más allá de las tierras raras y los productos agrícolas, la agenda de negociación abarcó múltiples frentes de tensión bilateral. Entre los temas discutidos figuran los gravámenes relacionados con el fentanilo y la cooperación antidrogas en torno a esta sustancia, que representa una preocupación prioritaria para la administración estadounidense.
También se abordaron las medidas estadounidenses vinculadas a las tarifas portuarias contra buques chinos, así como la «ampliación adicional» del comercio bilateral entre ambas economías. Bessent indicó que las delegaciones dialogaron igualmente sobre la red social TikTok y el estado general de las relaciones bilaterales, sugiriendo que la conversación trascendió las cuestiones puramente comerciales.
El presidente Trump mencionó además su intención de buscar la colaboración china en las relaciones de Washington con Rusia, en el contexto de la continuación de la guerra en Ucrania, aunque este punto no figura entre los temas confirmados en la agenda oficial de negociación.
Prórroga de la tregua arancelaria y suspensión de gravámenes de tres dígitos
Un elemento crucial del entendimiento se refiere a la posible extensión de la tregua comercial vigente, que expira el 10 de noviembre. China y Estados Unidos habían reducido la mayoría de sus aranceles de tres dígitos como parte de este acuerdo temporal firmado en mayo, que ya ha sido prorrogado en una ocasión.
Bessent indicó que la tregua podría extenderse nuevamente, pendiente de la decisión presidencial, lo que marcaría la segunda prórroga desde su firma inicial. Esta suspensión recíproca de aranceles representa un respiro para las empresas de ambos países, que han enfrentado costos adicionales significativos debido a la guerra comercial iniciada durante el primer mandato de Trump.
El representante comercial de Estados Unidos, Jamieson Greer, señaló que las delegaciones habían ultimado los detalles del acuerdo, que requerirá el aval final de los líderes de ambas potencias. Esta estructura negociadora refleja la complejidad del proceso y la necesidad de aprobación política al más alto nivel para cualquier compromiso sustantivo.
Mercados asiáticos celebran con máximos históricos
La reacción de los mercados financieros asiáticos al anuncio del acuerdo preliminar fue inmediata y contundente. El lunes, el índice Nikkei 225 de Tokio alcanzó los 50.195 puntos, marcando un récord histórico, mientras que el índice Topix, de mayor amplitud, avanzó un 1,48% hasta 3.318 puntos. En Seúl, el Kospi subió un 2,3%, alcanzando los 4.032 puntos por primera vez en su historia.
Estos máximos reflejan el optimismo de los inversionistas ante la posibilidad de una distensión en las tensiones comerciales entre las dos mayores economías del mundo. En lo que va del año, el Nikkei 225 acumula un aumento del 24%, impulsado en parte por las expectativas de estabilización en las relaciones económicas internacionales.
El repunte bursátil se produjo específicamente tras el anuncio del pacto provisional que permite a China retrasar las restricciones a minerales de tierras raras y reanudar las compras agrícolas estadounidenses, dos señales interpretadas por los mercados como indicadores de una posible desescalada en el conflicto comercial.
Cautela china y asimetrías en la comunicación oficial
A pesar del tono optimista de los funcionarios estadounidenses, las autoridades chinas han mantenido una postura más circunspecta y no han ofrecido detalles específicos sobre los resultados de las reuniones. Esta diferencia en el tono comunicacional refleja las distintas estrategias diplomáticas y las sensibilidades políticas internas de cada país.
El viceprimer ministro He Lifeng, quien encabezó la delegación china, llamó a «preservar conjuntamente los logros obtenidos» en Kuala Lumpur, subrayando que el desarrollo estable de las relaciones comerciales y económicas bilaterales «responde a los intereses fundamentales de ambos países y sus pueblos». Sin embargo, esta declaración general contrasta con las afirmaciones más específicas de la parte estadounidense.
La ausencia de confirmación china sobre la reunión entre Trump y Xi programada para el 30 de octubre añade un elemento de incertidumbre al proceso. Si bien la Casa Blanca ha anunciado oficialmente las conversaciones, Beijing podría estar condicionando su participación a garantías adicionales o a la conclusión exitosa de los procedimientos internos de aprobación mencionados por Li Chenggang.
Evaluación crítica: fragilidad del acuerdo y desafíos estructurales
El entendimiento preliminar alcanzado en Kuala Lumpur, aunque representa un avance significativo en la reducción de tensiones inmediatas, no resuelve los conflictos estructurales que subyacen a la rivalidad económica entre Estados Unidos y China. La naturaleza «preliminar» del acuerdo, como lo describe la parte china, sugiere que aún existen puntos de fricción y que el proceso de aprobación interna podría generar complicaciones adicionales.
La estrategia de dilación de un año en las restricciones a las tierras raras no constituye una solución definitiva, sino un aplazamiento que podría reproducir el mismo conflicto en 2026. Del mismo modo, las compras agrícolas chinas, aunque beneficiosas para los productores estadounidenses a corto plazo, no abordan las cuestiones fundamentales de transferencia tecnológica, propiedad intelectual y competencia estratégica en sectores de alta tecnología.
La amenaza recurrente de aranceles del 100% por parte de Trump y las sucesivas prórrogas de la tregua comercial evidencian un patrón de negociación basado en la presión y el brinkmanship, más que en la construcción de un marco comercial estable y predecible. Esta volatilidad genera costos de incertidumbre para las empresas de ambos países y para las cadenas de suministro globales que dependen de la estabilidad en las relaciones sino-estadounidenses.
Finalmente, la asimetría en la comunicación oficial entre ambos gobiernos refleja las diferentes prioridades políticas internas. Mientras Washington busca proyectar victorias negociadoras ante su electorado, Beijing necesita demostrar que no ha cedido ante la presión estadounidense, lo que complica la consolidación de cualquier acuerdo que requiera concesiones mutuas explícitas. El verdadero desafío no será alcanzar un entendimiento preliminar, sino transformarlo en compromisos duraderos que trasciendan los ciclos políticos y las estrategias de negociación táctica.




