Administración estadounidense desaconseja uso de Tylenol en embarazo temprano mientras promueve fármaco experimental

La administración del presidente Donald Trump anunció este lunes una serie de medidas controvertidas relacionadas con el autismo, advirtiendo sobre posibles vínculos entre el paracetamol durante el embarazo y el desarrollo de esta condición, al tiempo que promociona la leucovorina como tratamiento experimental. El anuncio, realizado en la Casa Blanca con la participación del secretario de Salud Robert F. Kennedy Jr., marca un punto de inflexión en las políticas de salud pública estadounidenses y genera profundas divisiones en la comunidad científica.

Nuevas recomendaciones sobre paracetamol generan alarma en sector médico

Los funcionarios de salud federales manifestaron oficialmente su preocupación por el uso del Tylenol (paracetamol) en mujeres embarazadas, basándose en investigaciones previas que incluyen una revisión realizada en agosto por investigadores del Hospital Mount Sinai y la Universidad de Harvard. Estas investigaciones sugieren un posible vínculo entre el consumo de paracetamol en las primeras etapas del embarazo y un mayor riesgo de autismo en los hijos.

La nueva recomendación gubernamental desaconseja explícitamente a las mujeres embarazadas el consumo de Tylenol durante las primeras fases de la gestación, salvo en casos de fiebre donde sea estrictamente necesario. Esta posición contrasta marcadamente con las actuales directrices de las principales instituciones médicas, que califican al paracetamol como un analgésico seguro durante el embarazo, aunque recomiendan consultar con un médico antes de su uso.

La decisión gubernamental ha provocado un intenso debate en la comunidad médica. La mayoría de asociaciones de obstetricia y pediatría estadounidenses advierten que las investigaciones disponibles solo muestran asociaciones estadísticas, no causalidad comprobada, y expresan preocupación por las implicaciones de desaconsejar un analgésico de uso tan extendido.

Impacto inmediato en los mercados financieros

El anuncio tuvo consecuencias económicas inmediatas y significativas. Las acciones de Kenvue Inc., fabricante del Tylenol, se desplomaron hasta un 4,6% en las operaciones previas a la comercialización del lunes, sumándose a una caída acumulada del 14% durante el presente año. La compañía había mantenido reuniones con funcionarios gubernamentales en las últimas semanas para expresar sus dudas sobre la iniciativa federal.

Kenvue emitió un comunicado contundente rechazando cualquier vinculación entre el paracetamol y el autismo: «La ciencia independiente y sólida demuestra que tomar paracetamol no causa autismo. Estamos en total desacuerdo con cualquier sugerencia en sentido contrario y nos preocupa profundamente el riesgo para la salud que esto supone para las mujeres embarazadas». La empresa subrayó que «más de una década de investigación rigurosa, avalada por destacados profesionales médicos y reguladores sanitarios mundiales, confirma que no existen pruebas creíbles que relacionen el paracetamol con el autismo».

Promoción de leucovorina como tratamiento experimental

Paralelamente, las autoridades anunciaron la promoción de la leucovorina, un fármaco menos conocido habitualmente utilizado para contrarrestar efectos secundarios de medicamentos y tratar la insuficiencia de ácido fólico, como posible tratamiento para el autismo. Los primeros ensayos clínicos doble ciego controlados con placebo mostraron lo que algunos científicos describen como «mejoras notables» en la capacidad de habla y comprensión de niños con autismo.

Los funcionarios de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) están elaborando nuevas recomendaciones que podrían aplicarse a este fármaco. Los hallazgos sobre la leucovorina han generado considerable revuelo en la comunidad científica y reavivado el debate sobre las complejas causas del autismo, una afección que muchos expertos consideraban predominantemente genética y, por tanto, mayormente intratable.

Contexto epidemiológico y estadísticas alarmantes

El trastorno del espectro autista representa uno de los desafíos de salud pública más significativos en Estados Unidos. Los datos del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) revelan que actualmente uno de cada 31 niños estadounidenses de 8 años tiene autismo, una cifra dramáticamente superior al aproximadamente uno de cada 150 registrado en el año 2000.

Este pronunciado aumento continúa siendo objeto de intenso debate científico. Si bien parte del incremento se atribuye al aumento de los testeos y la mayor concientización pública, muchos investigadores sostienen que existen factores adicionales, probablemente relacionados con el entorno o el estilo de vida estadounidense, además de los más de 100 genes ya vinculados con la condición.

Iniciativa científica de los Institutos Nacionales de Salud

Como parte de las medidas anunciadas, los Institutos Nacionales de Salud (NIH) informaron sobre su nueva iniciativa de «ciencia de datos» sobre el autismo, que incluye 13 equipos de investigación que reciben subvenciones para estudiar las causas y tratamientos de esta condición, así como para verificar la validez de estudios previos.

Esta iniciativa, dirigida por Jay Bhattacharya, director de los NIH, opera de manera independiente del informe más amplio que preparan los institutos sobre investigaciones del autismo. Bhattacharya ha enfatizado su deseo de que la revisión sea exhaustiva y rigurosa, con participación de funcionarios de carrera, sin apresurarse para coincidir con los anuncios políticos.

Trasfondo político y agenda de Kennedy Jr.

El secretario de Salud y Servicios Humanos, Robert F. Kennedy Jr., ha convertido el autismo en el centro de su agenda «Hagamos que Estados Unidos vuelva a estar sano». Kennedy, reconocido activista antivacunas durante décadas, ha sido una de las voces más visibles cuestionando las inmunizaciones, aunque su discurso actual se centra en factores ambientales detrás del aumento de diagnósticos de autismo.

Bajo el liderazgo de Kennedy, el Departamento de Salud y Servicios Humanos contrató a David Geier, investigador que sostiene la vinculación de las vacunas con el autismo y cuyas investigaciones han sido objeto de intenso escrutinio científico. David Geier y su padre Mark Geier han publicado artículos afirmando que las vacunas aumentan el riesgo de desarrollar autismo, una teoría estudiada durante décadas y científicamente refutada.

Antecedentes legales y científicos contradictorios

La controversia sobre el paracetamol y el autismo no es nueva en el ámbito legal. A finales de 2023, la jueza federal Denise Cote rechazó las pruebas científicas que respaldaban más de 400 demandas contra fabricantes y vendedores de paracetamol, concluyendo que los demandantes se basaban en datos científicos erróneos al intentar demostrar un mayor riesgo de problemas de desarrollo en bebés.

Adicionalmente, un estudio publicado en 2024 que analizó registros de casi 2,5 millones de hermanos nacidos en Suecia entre 1995 y 2019 no encontró mayor riesgo de autismo cuando las madres consumieron paracetamol durante el embarazo, contradictiendo las afirmaciones gubernamentales actuales.

Reacciones de la comunidad científica y médica

La iniciativa ha generado alarma generalizada entre científicos y profesionales médicos, quienes aseguran que para que las investigaciones sobre autismo sean precisas y concluyentes se requieren procesos prolongados y metodologías rigurosas. Los expertos independientes han advertido que los plazos establecidos por la administración son irreales y que no existen bases científicas suficientes para establecer conclusiones definitivas.

La sensibilidad política del tema y la potencial conmoción en la industria médica han sido temas de discusión en los más altos niveles gubernamentales, según fuentes con conocimiento del proceso de elaboración del anuncio.

Implicaciones económicas y de salud pública

El anuncio presidencial busca marcar un hito político y sanitario, posicionando a Trump como el líder que identificó tanto la causa como el tratamiento de una condición que afecta a millones de familias estadounidenses. Sin embargo, también coloca al gobierno en el centro de una de las controversias científicas más delicadas y cargadas de consecuencias económicas de las últimas décadas.

Las implicaciones se extienden más allá del sector farmacéutico, afectando potencialmente las prácticas médicas obstétricas, las recomendaciones de salud pública y la confianza en las instituciones científicas establecidas. La decisión de promover simultáneamente un tratamiento experimental mientras se desaconseja un medicamento ampliamente utilizado refleja un cambio fundamental en el enfoque gubernamental hacia la regulación sanitaria.

La controversia promete intensificarse en las próximas semanas, mientras la comunidad científica evalúa las evidencias presentadas y la industria farmacéutica ajusta sus estrategias ante las nuevas directrices gubernamentales. El debate sobre el autismo, sus causas y tratamientos continuará siendo un tema central en la agenda de salud pública estadounidense, con ramificaciones que trascienden las fronteras nacionales.