El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, intensificó su ofensiva comercial al amenazar con imponer aranceles «sustanciales» y restricciones a la exportación de tecnología avanzada y semiconductores contra aquellos países que mantengan impuestos a los servicios digitales que considera discriminatorios contra las empresas tecnológicas estadounidenses.

Trump califica de discriminatorias las regulaciones digitales europeas

En una serie de declaraciones publicadas en su plataforma Truth Social, Trump denunció que los impuestos digitales, la legislación sobre servicios digitales y la regulación de mercados digitales «están todas diseñadas para dañar o discriminar a la tecnología estadounidense». El mandatario expresó particular molestia por el hecho de que estas medidas «escandalosamente, dan un pase completo a las compañías tecnológicas más grandes de China».

La advertencia presidencial apunta directamente contra regulaciones como la Ley de Mercados Digitales (DMA) y la Ley de Servicios Digitales (DSA) de la Unión Europea, que buscan garantizar competencia leal e impedir que las grandes plataformas digitales monopolicen el mercado. La UE ha identificado como «guardianes» a gigantes tecnológicos estadounidenses: Alphabet, Amazon, Apple, ByteDance, Meta y Microsoft.

Amenaza de aranceles y restricciones tecnológicas genera incertidumbre comercial

«A menos que se eliminen estas acciones discriminatorias, yo, como presidente de Estados Unidos, impondré aranceles adicionales sustanciales a las exportaciones de ese país a EE.UU. e implementaré restricciones a la exportación de nuestra tecnología y chips altamente protegidos», declaró Trump. Esta maniobra comercial vuelve a generar incertidumbre sobre las tasas arancelarias para los socios comerciales estadounidenses, poco después de que el presidente estableciera gravámenes con docenas de países a principios de este mes.

Las restricciones a la exportación de tecnologías, incluidos chips avanzados de empresas como Nvidia Corp. para inteligencia artificial, representan herramientas que Estados Unidos considera fundamentales para su seguridad nacional y económica. Esta amenaza podría provocar inquietud en las empresas de semiconductores, especialmente considerando que a principios de este año, Nvidia y AMD acordaron ceder al gobierno estadounidense el 15% de los ingresos de las ventas de chips en China a cambio de licencias de exportación.

Canadá cedió ante presión comercial, pero Europa mantiene posición firme

El precedente más reciente de éxito de la estrategia de presión de Trump se materializó con Canadá, que se retractó de la imposición de un impuesto digital horas antes de su entrada en vigor el pasado junio. Este cambio de rumbo siguió a la suspensión por parte de Trump de las negociaciones comerciales con el país norteño, calificando el impuesto como «atroz» y un ataque «directo y descarado».

Sin embargo, otros países mantienen su posición. El Reino Unido conserva su impuesto del 2% sobre los ingresos provenientes de motores de búsqueda, servicios de redes sociales y mercados en línea. La Unión Europea, por su parte, se ha mostrado inflexible respecto a sus regulaciones digitales.

Tensión con acuerdos comerciales transatlánticos recientes

La advertencia de Trump llega una semana después de que Estados Unidos y la Unión Europea acordaran abordar conjuntamente las barreras comerciales injustificadas y no imponer aranceles aduaneros a las transmisiones electrónicas. No obstante, la UE reiteró que no se había comprometido a alterar sus regulaciones digitales.

«Le hemos dejado muy claro a Estados Unidos que los cambios a nuestras regulaciones digitales (la Ley de Mercados Digitales y la Ley de Servicios Digitales) no estaban sobre la mesa», declaró la Comisión Europea en una hoja informativa. Esta posición deja el tema intacto como palanca para futuras conversaciones comerciales, mientras el bloque europeo presiona para un tratamiento libre de aranceles para el vino y las bebidas espirituosas.

Impacto en «Big Tech» estadounidenses y acercamiento empresarial a Trump

Las amenazas presidenciales buscan proteger a las denominadas «Big Tech», tecnológicas como Meta, Alphabet, Amazon, Microsoft y Apple, que dominan la lista de las empresas cotizadas más grandes del mundo. Estas corporaciones estadounidenses han protagonizado un notable acercamiento al presidente Trump desde que ganó las elecciones.

«EE.UU. y las empresas tecnológicas de EE.UU. ya no serán más ni la hucha ni la alfombrilla del mundo. Muestren respeto a EE.UU. y a nuestras increíbles empresas tecnológicas o consideren las consecuencias», agregó el presidente en sus declaraciones.

Marco multilateral de la OCDE enfrenta resistencia estadounidense

Esta iniciativa surge mientras la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), integrada por 38 países mayoritariamente desarrollados, continúa trabajando en un acuerdo que aboliría los impuestos digitales en favor de un pacto internacional sobre la asignación de ganancias de multinacionales para efectos fiscales. Sin embargo, esta iniciativa también podría enfrentar oposición de Estados Unidos, que podría perder derechos tributarios bajo tal esquema.

Implicaciones regionales y para consumidores hispanos

Las restricciones a chips y tecnología avanzada complicarían el acceso de países latinoamericanos a insumos clave para su industria. Desde fábricas automotrices en México hasta centros de datos en Brasil, la región depende de componentes estadounidenses para sostener su modernización tecnológica. Una política más restrictiva podría frenar proyectos de digitalización y encarecer la innovación regional.

Para consumidores e inversionistas hispanos en Estados Unidos, una escalada comercial encarecería productos importados, desde electrónicos hasta bienes de consumo, mientras que las restricciones de chips amenazarían la cadena de suministro en sectores como manufactura, logística y servicios, donde los trabajadores latinos mantienen fuerte presencia.

La estrategia comercial de Trump marca un nuevo capítulo en las tensiones tecnológicas globales, donde la protección de las empresas estadounidenses del sector se convierte en eje central de la política comercial, generando incertidumbre sobre el futuro de las relaciones económicas transatlánticas y el desarrollo tecnológico global.