La crisis inflacionaria en el sector alimentario paraguayo ha alcanzado niveles preocupantes, posicionando al país entre las cinco naciones sudamericanas con mayor encarecimiento de alimentos durante los últimos diez años. Según datos oficiales del Banco Central del Paraguay (BCP), la inflación acumulada en alimentos ascendió a 82,8% en la última década, cifra que supera considerablemente la inflación general del país, que se ubicó en 50,6% para el mismo período.

El informe comparativo elaborado por la autoridad monetaria nacional evidencia una problemática regional generalizada, donde el aumento de precios alimentarios ha superado sistemáticamente los índices generales de inflación, impactando directamente en el poder adquisitivo de las familias paraguayas, especialmente en los sectores más vulnerables de la sociedad.

Ranking regional: Argentina lidera con cifras astronómicas

En el contexto sudamericano, Paraguay ocupa el quinto puesto en el ranking de inflación alimentaria, precedido por Argentina con una cifra astronómica de 9.305,7%, seguido por Uruguay (107,4%), Colombia (106,4%) y Brasil (83,3%). Esta clasificación ubica al país en una posición intermedia pero igualmente preocupante dentro del panorama regional.

La comparación con la zona euro resulta particularmente reveladora, donde la inflación general se mantiene en niveles más moderados del 28,7% y la alimentaria en 41,6%, aproximadamente la mitad de lo registrado en Paraguay. En contraste, Ecuador se posiciona como el país con mejor desempeño inflacionario de la región, registrando apenas 9,7% de inflación general y 14,9% en alimentos.

Autoridades monetarias descartan controles de precios como solución

Fuentes especializadas del Banco Central del Paraguay ofrecieron una perspectiva técnica sobre los resultados presentados, contextualizando el fenómeno inflacionario paraguayo dentro de una tendencia global. «El aumento de los precios de los alimentos y la inflación en general en los últimos diez años también se ha observado a nivel regional y mundial, no es una cuestión exclusiva del país», explicaron desde la autoridad monetaria.

Las fuentes del BCP fueron categóricas al descartar los controles de precios como mecanismo de solución, citando los casos de Argentina y Venezuela como ejemplos de políticas contraproducentes. «Los ajustes observados en los precios de los alimentos en estos países han alcanzado niveles de 8.000% a 9.000% en los últimos años, demostrando que los controles de precios no constituyen una solución efectiva», precisaron desde la institución.

Situación actual: junio registra estabilidad mensual pero mantiene presión anual

Los datos más recientes correspondientes a junio muestran una inflación mensual de 0%, similar a la registrada en mayo. Sin embargo, la inflación interanual alcanzó el 4%, superior al 3,6% de mayo, mientras que el acumulado del año se sitúa en 3%. En el sector alimentario específicamente, se registró una variación mínima de -0,1% mensual, aunque el acumulado anual alcanza 5,4% y el interanual 5,3%.

El análisis detallado de productos muestra comportamientos mixtos: mientras algunos alimentos experimentaron aumentos significativos como el hígado (1,9%) y el café instantáneo (1,8%, con 24,15% interanual), otros registraron descensos importantes como la banana (-19,7%), zanahoria (-17,9%) y tomate (-12,4%).

Escándalo de corrupción en Senave agrava la crisis alimentaria

La problemática inflacionaria se ve agravada por un escándalo de corrupción que involucra al Servicio Nacional de Calidad Vegetal y de Semillas (Senave), cuyo impacto directo en los precios de alimentos frescos ha sido denunciado por la Cámara Paraguaya de Supermercados (Capasu).

La destitución e imputación del ex director del Senave, junto a otras diez personas, reveló la existencia de un «esquema de corrupción que opera como un cartel», según denunció el gremio supermercadista. Este mecanismo ilegal habría distorsionado el mercado frutihortícola mediante el cobro de coimas a productores para agilizar certificados fitosanitarios.

Coimas millonarias distorsionan el mercado frutihortícola

Las investigaciones del Ministerio Público revelaron que los productores frutihortícolas se veían obligados a pagar sobornos de entre 5 y 10 millones de guaraníes por cada expedición de certificado fitosanitario, cuyo costo legal es de apenas 17.000 guaraníes. Esta práctica extorsiva generaba demoras injustificadas en frontera y encarecía artificialmente los productos.

El sistema de Acreditación Fitosanitaria para Productos Vegetales de Importación (AFIDI) habría sido utilizado no para garantizar la sanidad comercial, sino para beneficiar intereses particulares mediante restricciones arbitrarias que limitaban el ingreso legal de productos al mercado nacional.

Llamado a reforma integral del sistema de importación

El gremio supermercadista exigió una transformación completa del modelo de gestión de importación de frutas y verduras, argumentando que la corrupción sistémica impide la competencia justa y encarece artificialmente los precios. «No puede haber desarrollo económico ni bienestar social si el acceso a los alimentos frescos y de calidad está condicionado por prácticas extorsivas», declaró la organización.

La organización instó a las autoridades a impulsar una reforma que priorice «el derecho de todos los paraguayos a acceder a productos a mejores precios, con mayor calidad y en un entorno competitivo y legal». Esta demanda cobra especial relevancia en un contexto donde las familias paraguayas enfrentan una de las inflaciones alimentarias más altas de la región.

Perspectivas económicas y desafíos estructurales

La situación inflacionaria paraguaya refleja desafíos estructurales que van más allá de factores externos. La combinación de presiones inflacionarias globales, distorsiones del mercado por corrupción y la dependencia de importaciones de alimentos básicos configura un escenario complejo que requiere respuestas integrales.

El caso paraguayo ilustra cómo la corrupción institucional puede amplificar los efectos de la inflación global, convirtiendo un problema económico en una crisis social que afecta desproporcionadamente a los sectores más vulnerables de la población. La reforma del sistema de importación alimentaria se presenta como una oportunidad para reducir presiones inflacionarias y mejorar el acceso a alimentos de calidad a precios competitivos.