La desigualdad económica mundial ha alcanzado niveles sin precedentes, según revela un análisis exhaustivo de Oxfam Internacional publicado en vísperas de la Cumbre de Financiación para el Desarrollo de las Naciones Unidas, que se inaugurará el 30 de junio en Sevilla. El informe «Del beneficio privado al poder público: financiar el desarrollo, no la oligarquía» presenta cifras que evidencian una concentración extrema de la riqueza global y una crisis sistemática en el financiamiento del desarrollo internacional.
Concentración extrema de riqueza: 33,9 billones en manos del 1%
El documento revela que la riqueza del 1% más rico del mundo se ha incrementado en 33,9 billones de dólares (29,38 billones de euros) desde 2015, una cantidad que según los cálculos de Oxfam sería suficiente para erradicar la pobreza mundial en 22 ocasiones. Esta cifra se basa en los datos del Banco Mundial de 2021, que establecen que las personas en situación de pobreza necesitan en promedio 8,30 dólares adicionales diarios para cubrir sus necesidades básicas.
La concentración se hace aún más evidente al analizar el grupo de los 3.000 multimillonarios globales, cuya riqueza conjunta ha crecido 6,5 billones de dólares (5,63 billones de euros) en términos reales desde 2015, alcanzando el equivalente al 14,6% del Producto Interno Bruto mundial. Esta acumulación contrasta dramáticamente con la realidad de más de 3.700 millones de personas que viven en condiciones de pobreza.
Crecimiento asimétrico: riqueza privada versus pública
El análisis histórico de Oxfam revela una tendencia preocupante en la distribución de la riqueza global. Entre 1995 y 2023, la riqueza privada experimentó un crecimiento «astronómico» de 342 billones de dólares (296,44 billones de euros), mientras que la riqueza pública solo aumentó 44 billones de dólares (38,17 billones de euros). Esta disparidad significa que la riqueza privada creció ocho veces más que la pública durante este período de 28 años.
En términos relativos, el peso de la riqueza pública global disminuyó significativamente con respecto a la riqueza total, evidenciando una transferencia sistemática de recursos del sector público al privado que tiene implicaciones directas en la capacidad de los Estados para financiar políticas de desarrollo y reducción de la pobreza.
Crisis de la cooperación internacional: recortes históricos del G7
Paradójicamente, mientras la riqueza privada alcanza máximos históricos, los gobiernos de las economías desarrolladas están implementando los mayores recortes a la ayuda oficial al desarrollo desde que comenzaron los registros en 1960. Los países del G7, que representan aproximadamente tres cuartas partes de toda la ayuda oficial internacional, han programado una reducción del 28% para 2026 en comparación con los niveles de 2024.
Esta reducción de la cooperación internacional tiene consecuencias directas y medibles. Según las proyecciones de Oxfam, estos recortes podrían causar 2,9 millones de muertes adicionales por VIH/sida en los próximos cinco años, evidenciando que la reducción de la ayuda no es solo una cuestión financiera, sino una crisis humanitaria con impacto en la supervivencia de poblaciones vulnerables.
La trampa de la deuda: países pobres financian a los ricos
El informe identifica una situación paradójica en el sistema financiero internacional: el 60% de los países de renta baja se encuentran al borde de una crisis de deuda, pagando significativamente más a sus acreedores ricos de lo que pueden destinar a sectores esenciales como educación y salud. Esta dinámica convierte a los países pobres en financiadores netos de las economías desarrolladas.
Los acreedores privados han quintuplicado su presencia respecto a los donantes bilaterales y ahora representan más de la mitad de la deuda de los países de ingresos bajos y medios. Su negativa a negociar reestructuraciones y sus condiciones punitivas exacerban la crisis de deuda, creando un círculo vicioso que perpetúa la pobreza y limita las capacidades de desarrollo de estas naciones.
El déficit de financiación para los Objetivos de Desarrollo Sostenible
Para cumplir todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, se requiere una inversión anual de 4 billones de dólares (3,52 billones de euros). Sin embargo, según el análisis de Oxfam, solo el 16% de las metas de los objetivos mundiales van por buen camino para cumplirse en 2030, evidenciando un déficit estructural de financiación que contrasta con la abundante disponibilidad de capital privado.
La organización argumenta que «existen miles de millones de euros para cumplir los objetivos mundiales, pero están encerrados en las cuentas privadas de los más ricos», señalando una desconexión fundamental entre la disponibilidad de recursos y su asignación hacia objetivos de desarrollo sostenible.
Fiscalidad regresiva: multimillonarios pagan 0,3% de su riqueza
El informe revela una distorsión significativa en el sistema fiscal global: los multimillonarios pagan tipos impositivos efectivos cercanos al 0,3% de su riqueza, una tasa significativamente inferior a la que enfrentan los contribuyentes de clase media y trabajadora. Esta regresividad fiscal contribuye a perpetuar y amplificar las desigualdades existentes.
Una encuesta internacional encargada conjuntamente por Oxfam y Greenpeace en 13 países, incluyendo Reino Unido, Francia, Alemania e Italia, revela que 9 de cada 10 personas apoyan la financiación de servicios públicos y medidas contra el cambio climático mediante impuestos a las personas más ricas, evidenciando un respaldo social significativo para reformas fiscales progresivas.
Wall Street como conductor del desarrollo global: una crítica al modelo privado
Oxfam critica de manera contundente la tendencia hacia la financiación privada del desarrollo, describiendo la situación como «una toma de control global de las finanzas privadas que ha superado las estrategias con base empírica para combatir la pobreza mediante la inversión pública y una tributación justa». La organización argumenta que «los países ricos han puesto a Wall Street al mando del desarrollo global».
Esta crítica se fundamenta en la evidencia de que el modelo de financiación privada ha demostrado limitaciones estructurales para abordar la pobreza y la desigualdad, priorizando la rentabilidad financiera sobre el impacto social y la sostenibilidad del desarrollo.
Propuestas para un cambio de paradigma
Frente a este diagnóstico, Oxfam propone un conjunto de reformas estructurales que incluyen la formación de nuevas alianzas estratégicas contra la desigualdad, el rechazo de la financiación privada como «solución milagrosa» para el desarrollo, la implementación de gravámenes a los ultrarricos, la reforma de la arquitectura de deuda internacional y la revitalización de la ayuda oficial al desarrollo.
La organización destaca iniciativas emergentes como la nueva alianza global contra la desigualdad promovida por Alemania, Noruega y Sierra Leona, así como el liderazgo asumido por países como Brasil, Sudáfrica y España en la agenda internacional contra la desigualdad extrema.
Un desarrollo «abismalmente desviado»
El análisis de Oxfam concluye que el desarrollo mundial está «abismalmente desviado» de sus objetivos fundamentales, caracterizado por una concentración extrema de riqueza que coexiste con niveles persistentes de pobreza global. La paradoja de disponer de recursos suficientes para erradicar la pobreza mientras esta persiste evidencia fallas sistemicas en la arquitectura financiera internacional.
La próxima Cumbre de Financiación para el Desarrollo de la ONU en Sevilla representa una oportunidad crítica para abordar estas distorsiones estructurales y reorientar el sistema financiero global hacia objetivos de desarrollo sostenible e inclusivo. Sin embargo, el éxito de estas iniciativas dependerá de la voluntad política de los gobiernos para confrontar intereses establecidos y priorizar el bienestar colectivo sobre la acumulación privada de capital.