El cambio en la percepción global de Estados Unidos como destino turístico empieza a tener consecuencias económicas serias. La retórica y políticas migratorias de Donald Trump no solo impactan en el ámbito político, sino que ya amenazan con una crisis en uno de los sectores más dinámicos de la economía estadounidense: el turismo.
Turistas internacionales prefieren otros destinos
Cada vez más visitantes internacionales están optando por evitar Estados Unidos como destino de viajes, motivados por el endurecimiento de las políticas fronterizas, el temor a la discriminación y el ambiente sociopolítico polarizado. Esta tendencia creciente podría generar una pérdida acumulada de hasta un billón de dólares para la economía estadounidense en los próximos años.
Este fenómeno pone en riesgo a un sector que venía mostrando signos de recuperación tras el golpe de la pandemia de COVID-19, pero que ahora enfrenta una competencia feroz de destinos que proyectan una imagen más abierta y hospitalaria, como Europa, América Latina y Asia.
Impacto ya observado y señales de advertencia
El temor no es infundado. Durante el primer mandato de Trump, entre 2016 y 2017, Estados Unidos experimentó una caída del 6% en la llegada de turistas internacionales. Esa reducción supuso una pérdida de aproximadamente 30.000 millones de dólares en ingresos directos, afectando tanto a grandes corporaciones hoteleras como a pequeñas y medianas empresas que dependen del flujo turístico.
Hoy, los analistas advierten que si Trump retorna formalmente a la presidencia, el deterioro en la imagen de Estados Unidos podría agudizarse, provocando un daño todavía mayor que en su primera etapa en la Casa Blanca.
Consecuencias sobre el empleo y los estados más vulnerables
La industria turística en Estados Unidos emplea de forma directa e indirecta a unos 9 millones de trabajadores, lo que subraya la importancia vital del sector para la economía nacional. De persistir la caída en la afluencia de visitantes, miles de puestos de trabajo estarían en riesgo, especialmente en estados como Florida, Nevada, Nueva York, Hawái y California, donde el turismo representa una fracción importante del Producto Interno Bruto.
Las pérdidas no solo afectarían a los grandes operadores turísticos, sino también a las pequeñas empresas locales, desde restaurantes y hoteles familiares hasta guías turísticos y servicios de transporte, generando un efecto dominó en toda la economía local.
La erosión de la marca «Estados Unidos» como destino turístico
Recuperar el atractivo de Estados Unidos como destino turístico sería un proceso largo y costoso. La percepción de un país menos acogedor y más restrictivo desalienta no solo el turismo vacacional, sino también el turismo de negocios y eventos internacionales, sectores clave en ciudades como Las Vegas, Nueva York, Chicago y San Francisco.
Los expertos señalan que las campañas de promoción internacional y el «soft power» cultural norteamericano necesitarán importantes esfuerzos de reconstrucción si Estados Unidos desea volver a posicionarse como un destino preferente en el mapa global del turismo.
Un gran desafío y su impacto económico
El turismo es una fuente crítica de ingresos externos para Estados Unidos, aportando decenas de miles de millones de dólares anuales en divisas. La posibilidad de perder hasta un billón de dólares en los próximos años afectaría no solo a la industria de viajes, sino a sectores relacionados como la gastronomía, el comercio minorista, el transporte aéreo y el entretenimiento.
Si la tendencia actual persiste, el país no solo perdería competitividad económica, sino también influencia cultural y diplomática en un mundo cada vez más interconectado. La estrategia política y la imagen internacional se revelan así como factores decisivos, no solo en el plano electoral, sino también en la estabilidad económica a largo plazo.