Volvo Group planea recortar entre 550 y 800 puestos de trabajo en sus plantas estadounidenses durante los próximos tres meses, según anunció este viernes un portavoz de la compañía. La decisión afectará a las instalaciones de Mack Trucks en Pensilvania y a dos centros operativos en Virginia y Maryland, representando un golpe significativo para una fuerza laboral norteamericana que cuenta con aproximadamente 20,000 empleados.

Un mercado automotriz en crisis ante la política arancelaria

La empresa sueca atribuye directamente esta decisión a la incertidumbre generada en el mercado por las políticas comerciales del presidente Donald Trump, quien ha implementado una agresiva estrategia arancelaria que afecta particularmente al sector automotriz. «Los pedidos de camiones pesados siguen viéndose afectados negativamente por la incertidumbre del mercado sobre las tarifas de flete y la demanda, los posibles cambios regulatorios y el impacto de los aranceles», explicó el portavoz de Volvo Group North America en un comunicado.

La situación se enmarca en un contexto de profunda transformación del sistema comercial global, tras la implementación de aranceles que han elevado considerablemente los costos de fabricación para las empresas del sector. Los economistas han comenzado a revisar al alza sus previsiones de recesión en Estados Unidos, mientras las compañías buscan estrategias para adaptarse al nuevo panorama.

Reestructuración global de operaciones automotrices

Las recientes decisiones de Volvo Group no son un caso aislado en la industria. La empresa, que forma parte del conglomerado sueco AB Volvo con presencia en 18 países y más de 105,000 empleados a nivel mundial, está considerando alternativas estratégicas para minimizar el impacto de los aranceles en su operación global.

Volvo Cars, por su parte, analiza la posibilidad de trasladar la producción de algunos de sus modelos a territorio estadounidense en respuesta directa a la política arancelaria. Sin embargo, mantiene su intención de exportar el SUV EX30 de fabricación europea a Estados Unidos a finales de este año, según declaró recientemente el CEO de la compañía. Cabe recordar que la empresa ya había trasladado el año pasado la producción de sus vehículos eléctricos EX30 desde China hacia Europa para sortear los aranceles impuestos por la Unión Europea.

Un efecto dominó en el sector automotriz

El impacto de los aranceles del 25% sobre el sector automotriz ha provocado una oleada de despidos en diversas compañías. Stellantis, por ejemplo, anunció a principios de abril el despido temporal de 900 personas en cinco de sus instalaciones estadounidenses, además de pausas en la producción de sus plantas en Canadá y México, entre ellas la ensambladora de Windsor (donde se producen las minivans Chrysler Pacifica y Voyager) y la planta de Toluca en México (responsable de fabricar el Jeep Compass y el Jeep Wagoneer S).

Por su parte, el grupo Volkswagen está reconsiderando su estrategia productiva para el mercado norteamericano. Oliver Blume, director ejecutivo de la marca, ha declarado que se evalúa la posibilidad de que Audi comience a fabricar vehículos desde Estados Unidos: «La producción en Estados Unidos sería un paso de desarrollo en el marco de nuestra estrategia», afirmó el ejecutivo. Actualmente, Volkswagen cuenta con una planta en Chattanooga, Tennessee, y desarrolla otra en Columbia, Carolina del Sur, destinada a relanzar la marca Scout en versión eléctrica, pero muchos de sus vehículos provienen de México y Europa.

El desafío de la manufacturación estadounidense

La política arancelaria de Trump busca explícitamente repatriar la producción automotriz a suelo estadounidense, recuperando el sector manufacturero que vivió su apogeo en la década de los 70, cuando aproximadamente uno de cada tres trabajadores pertenecía a este sector. Según datos de la Oficina de Estadísticas Laborales, el pico histórico se alcanzó en 1979 con 19.6 millones de trabajadores, pero desde entonces ha experimentado un constante declive, intensificado particularmente durante las crisis de 2008 y 2020.

Sin embargo, esta estrategia enfrenta un problema estructural significativo: la escasez de mano de obra cualificada. El sector manufacturero estadounidense cerró 2024 con medio millón de vacantes sin cubrir, y según proyecciones de la Asociación Nacional de Manufactureros (NAM), si la tendencia continúa, para 2033 la falta de trabajadores podría alcanzar los 2 millones.

Impacto global de la guerra comercial

La directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, ha advertido que la política arancelaria agresiva probablemente provocará una desaceleración económica global, aunque no necesariamente una recesión. Georgieva ha enfatizado que el conflicto comercial entre las grandes potencias afecta particularmente a las economías más pequeñas: «Mientras los grandes se enfrentan, los países más pequeños quedan atrapados en el fuego cruzado. China, la Unión Europea y Estados Unidos son los mayores importadores», señaló, añadiendo que «el tamaño importa y son capaces de causar enormes efectos al resto del mundo».

En este contexto de incertidumbre global, los despidos anunciados por Volvo Group representan solo un síntoma más de un problema estructural más profundo que amenaza con reconfigurar las cadenas de suministro globales y la distribución del trabajo manufacturero a nivel internacional.