En un giro inesperado dentro de la escalada comercial entre Estados Unidos y China, el gobierno de Donald Trump ha decidido eximir a los teléfonos inteligentes, ordenadores portátiles y semiconductores del arancel reciproco del 145% impuesto al resto de productos chinos. Esta decisión, revelada discretamente en una hoja informativa de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza estadounidense, marca un punto de inflexión en la guerra comercial desatada en las últimas semanas.
Una batalla de aranceles sin precedentes con una letra pequeña crucial
La administración Trump desencadenó la que ha sido catalogada como la semana más turbulenta para los mercados en décadas. En cuestión de días, los aranceles a productos chinos escalaron desde un 10% inicial hasta un imposible 145%, provocando pérdidas de cientos de miles de millones a empresas con cadenas de producción vinculadas a Asia. China respondió con aranceles que alcanzaron el 125% sobre productos estadounidenses.
Sin embargo, la exención revelada el viernes por la noche modifica sustancialmente el alcance de estas medidas. Los dispositivos electrónicos, que representan el grueso de las importaciones estadounidenses desde China, quedarán sometidos únicamente al arancel que ya estaba vigente desde febrero, evitando así el estratosférico 145% que habría hecho inviable su comercialización.
Apple y los gigantes tecnológicos, principales beneficiados
La decisión beneficia especialmente a Apple, que fabrica aproximadamente el 80% de los iPhones que comercializa en Estados Unidos en territorio chino. Las proyecciones más pesimistas indicaban que, de aplicarse el arancel completo, el precio de estos dispositivos podría superar los 2.000 o 2.500 dólares, una cifra prohibitiva incluso para los consumidores estadounidenses, donde el iPhone es considerado casi una religión.
Otros gigantes tecnológicos como Samsung, HP, Dell y Microsoft, que también dependen fuertemente de la fabricación china, respiran igualmente aliviados. La exención incluye también maquinaria especializada para fabricar semiconductores, un guiño al gigante Taiwan Semiconductor Manufacturing Co (TSMC), cuyas acciones habían sufrido enormemente en los mercados durante la última semana.
«Instinto» presidencial en la toma de decisiones económicas
El presidente Trump ya había adelantado el jueves esta posibilidad, cuando comentó a periodistas que «podría haber un par de excepciones por razones obvias». Preguntado sobre cómo determinaría qué empresas recibirían exenciones, su respuesta fue reveladora: «Instintivamente. Es más instinto que otra cosa (…) Hay que ser flexibles, y yo puedo hacerlo».
Esta discrecionalidad ha sido duramente criticada por analistas, que la califican de favoritismo y arbitrariedad. La incertidumbre generada por este estilo de gestión fuerza a los actores económicos a buscar acceso directo al círculo presidencial para asegurar su supervivencia comercial.
Contradicciones en el discurso oficial
La decisión contradice abiertamente declaraciones recientes de altos funcionarios de la administración. El secretario de Comercio, Howard Lutnick, había asegurado apenas días antes que habría un «ejército de millones y millones de seres humanos atornillando pequeños tornillos para fabricar iPhones» en Estados Unidos, comentario que generó burlas en Asia.
Por su parte, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, había insistido en que Trump creía «totalmente» que los iPhones podían fabricarse en suelo estadounidense. El responsable de comercio exterior, Jameison Greer, llegó a asegurar en el Congreso que «el presidente ha sido claro en que no hará exenciones ni excepciones en el corto plazo».
Confusión sobre la estrategia arancelaria
Intentando aclarar la situación, Lutnick afirmó posteriormente que la exención es solo temporal y que estos productos enfrentarán «gravámenes separados», añadiendo más confusión a la ya caótica implementación de la política arancelaria. «Los productos electrónicos están exentos de los aranceles recíprocos, pero están incluidos en los aranceles a los semiconductores, que probablemente entrarán en vigor en uno o dos meses», declaró.
El domingo, Trump publicó en Truth Social que «NADIE se librará de las injustas balanzas comerciales», pero sin aclarar específicamente la situación de los productos tecnológicos, dejando un panorama de incertidumbre.
Impacto económico y reacción de los mercados
La guerra arancelaria ha disparado las alarmas sobre una posible recesión. JPMorgan ha elevado la probabilidad de recesión al 60%, frente al 40% anterior, mientras Goldman Sachs la sitúa ahora en el 45%.
Economistas como Oren Cass, fundador del think tank de derecha American Compass, han criticado no tanto los aranceles en sí, sino la incertidumbre sobre su implementación, que dificulta la planificación empresarial y la estabilidad de los mercados.
El futuro de la producción tecnológica estadounidense
La administración Trump ha defendido que los aranceles buscan repatriar la producción de productos electrónicos a Estados Unidos, especialmente semiconductores, para reducir la dependencia de Taiwán, Corea del Sur y China. Sin embargo, los expertos señalan que esta transición llevaría años y supondría costes gigantescos.
La exención a los productos tecnológicos plantea ahora dudas sobre qué tipo de producción y empleos espera realmente repatriar Trump con sus medidas proteccionistas, cuando precisamente el sector más dependiente de la fabricación china queda parcialmente protegido de la guerra arancelaria.
Mientras tanto, la escalada comercial continúa afectando a otros sectores, y las negociaciones con 130 países sobre aranceles avanzan tras la pausa de 90 días impuesta por Trump, excluyendo específicamente a China de esta tregua. El proceso con el gigante asiático, según funcionarios estadounidenses, «es muy incipiente, si es que lo hay».