La Unión Europea mantiene su postura firme contra Rusia con nuevas sanciones económicas, pero, al mismo tiempo, sigue adquiriendo grandes volúmenes de gas y petróleo ruso. Solo en enero, los países europeos pagaron 1.600 millones de euros por estos recursos energéticos, evidenciando la compleja dependencia que aún persiste.
El plan REPowerEU y la realidad del mercado
El objetivo del plan REPowerEU, impulsado por la Comisión Europea, es eliminar la dependencia de los combustibles fósiles rusos para 2027. Sin embargo, los datos muestran que el proceso avanza lentamente. Mientras el consumo europeo de gas natural licuado (GNL) cayó un 16% en 2024, las importaciones de GNL ruso aumentaron casi un 20% en el mismo período. Esto significó un gasto de 6.300 millones de euros en gas ruso entre enero y noviembre del año pasado.
España y Francia, claves en las importaciones de GNL ruso
Los países que más han importado GNL ruso son Francia y España. En 2024, Francia aumentó sus compras en un 81% respecto a 2023, con gran parte del gas ingresando por la terminal de Dunkerque. España también juega un papel crucial, ya que sus terminales portuarias, junto con las belgas, han sido la puerta de entrada para estos volúmenes.
Hipocresía energética: sanciones por un lado, compras por otro
A pesar del discurso oficial, la UE sigue alimentando la economía rusa con la compra de energía. Esta contradicción pone en duda la efectividad de las sanciones y refleja la dificultad de encontrar fuentes de suministro alternativas. Mientras los Veintisiete continúan reforzando medidas contra Moscú, el mercado energético sigue dictando una realidad diferente.
El dilema europeo se mantiene: acelerar la independencia energética de Rusia sin causar un impacto económico grave en sus propios países. Por ahora, la balanza sigue inclinada hacia la dependencia.
El peso de Rusia en el mercado energético europeo
A pesar de los intentos de Europa por diversificar su suministro de gas, Rusia sigue siendo un actor clave en el mercado energético del continente. El 15% de las importaciones totales de GNL en Europa provienen de Rusia, convirtiéndose en el segundo mayor proveedor después de Estados Unidos.
El comercio de gas ruso con la UE es particularmente estratégico: España es el segundo mayor comprador de GNL ruso, solo detrás de Francia, y más del 30% del volumen importado ingresa por terminales ubicadas en territorio español.
Además, empresas energéticas de países europeos han firmado contratos a largo plazo con Rusia, lo que hace que el proceso de desvinculación sea aún más complejo. Mientras Europa busca alternativas como Argelia o Estados Unidos, el GNL ruso sigue fluyendo sin restricciones legales, lo que plantea la pregunta: ¿realmente se está cortando la dependencia o solo se está maquillando la relación comercial?