La Unión Europea ha aprobado su 16º paquete de sanciones contra Rusia desde el inicio del conflicto en Ucrania. Entre las medidas más destacadas se encuentran la prohibición de importar aluminio primario ruso, nuevas restricciones a la llamada «flota en la sombra» y la expulsión de bancos rusos del sistema financiero global. Sin embargo, Rusia ha demostrado una gran capacidad para sortear los bloqueos occidentales, redirigiendo su comercio y adaptando su economía a las nuevas condiciones.
El veto al aluminio ruso y su impacto en la industria europea
Por primera vez, la UE ha decidido prohibir la importación de aluminio primario ruso, una medida que se había debatido anteriormente sin éxito debido a preocupaciones sobre su impacto en la industria del bloque. Aunque la participación del aluminio ruso en el mercado europeo ha disminuido en los últimos años, aún representa alrededor del 6% de las importaciones totales.
Hasta ahora, las restricciones solo afectaban a productos específicos como alambres y tubos, pero la nueva prohibición alcanza a lingotes y desbastes, que constituyen la mayor parte del valor importado desde Rusia. Con esta decisión, la UE busca debilitar una fuente clave de ingresos para Moscú, aunque el efecto real dependerá de la capacidad del Kremlin para redirigir sus exportaciones hacia otros mercados.
La «flota en la sombra»: una amenaza comercial
Otro punto clave del nuevo paquete sancionador es el bloqueo a petroleros rusos sospechosos de operar dentro de la «flota en la sombra», una red de buques utilizada para evadir las restricciones occidentales al comercio de crudo. Estos barcos, que suelen ser de gran antigüedad y carecen de seguro, emplean tácticas como la falsificación de datos, la desactivación de rastreadores y los trasbordos en alta mar para ocultar el origen del petróleo ruso.
Las autoridades europeas han expresado su preocupación por el mal estado de estos buques y el riesgo de desastres ambientales cerca del territorio de la UE. Además, en el mar Báltico se ha acusado a esta flota de actos de sabotaje contra cables submarinos estratégicos. Con las nuevas sanciones, la UE ha ampliado su lista negra a 73 barcos adicionales, elevando el total a 153 petroleros con prohibición de acceso a puertos y servicios europeos.
Rusia se adapta y encuentra nuevas rutas comerciales
A pesar del endurecimiento de las sanciones, Rusia ha demostrado una gran capacidad de adaptación. Desde 2022, el Kremlin ha diversificado sus mercados y ha logrado sortear muchas de las restricciones impuestas por Occidente. China e India han sido claves en este proceso, convirtiéndose en los principales compradores de petróleo ruso, que a menudo es refinado en sus territorios y posteriormente vendido a la UE bajo una etiqueta diferente.
En el sector financiero, Moscú ha potenciado el uso de sistemas alternativos a SWIFT, recurriendo a bancos en países aliados para mantener sus transacciones internacionales. Además, ha fortalecido su comercio con naciones de Asia, Medio Oriente y América Latina, estableciendo nuevas rutas comerciales para sus productos sancionados.
Restricciones financieras y mediáticas
Además del impacto en el sector energético y metalúrgico, la UE ha decidido aumentar la presión sobre el sistema financiero y los medios de comunicación rusos. Trece bancos rusos serán expulsados del sistema de pagos SWIFT, dificultando su acceso a transacciones internacionales.
En el ámbito mediático, ocho medios de comunicación rusos perderán sus licencias de emisión en la UE, en un intento por frenar lo que Bruselas considera una estrategia de desinformación promovida por el Kremlin.
Las nuevas sanciones serán aprobadas formalmente el próximo lunes, cuando los ministros de Asuntos Exteriores de la UE se reúnan en Bruselas. Sin embargo, la efectividad de estas medidas sigue en duda, ya que Rusia continúa encontrando formas de eludir el cerco económico y mantener su estabilidad financiera.